Si de algo está sirviendo esta huelga en la enseñanza (esperemos que sea de mucho) es para darnos cuenta de que realmente necesitamos vivir en comunidad. Durante los primeros días de huelga, los profesores se han movilizado, no solo por defender sus derechos, sino por los de todos sus alumnos, ya que aceptar sin rechistar los recortes y decretos impuestos por el Govern les abocan a ser una generación perdida en la que el fracaso escolar derivará en muchos casos en fracaso laboral, y, en los casos más graves, en fracaso personal. Y es por este motivo, porque nadie quiere que los niños de hoy sean los adultos fracasados de mañana, por lo que los padres y madres de estos alumnos se han unido a la comunidad educativa para apoyarles en su lucha. Muchos han acudido a las concentraciones con sus cacerolas y sus camisetas verdes, otros han optado por pasar más desapercibidos, pero practican el ´activismo de parque´, mediante el cual informan a los otros padres de los porqués de esta huelga. Y otros muchos han quedado en la sombra, pero son los que realmente han ayudado a que el apoyo sea visible en los centros, al cuidar no solo de sus propios hijos, sino de los de parientes y amigos, para que puedan dejar de ir al colegio en las jornadas de huelga, algunos incluso pagando de su bolsillo a canguros con quien dejar a los niños para apoyar a los profesores.

Y todo esto, ¿qué quiere decir? Pues que la «mayoría silenciosa» de la que hablan no siempre está a favor de los dictados políticos; en este caso, las aulas vacías indican que los padres, en silencio, apoyan a los profesionales de la enseñanza no llevando a sus hijos al colegio, aunque suponga un gasto o un sobreesfuerzo, porque esta vez sí creemos que tienen razón, y porque no solo los profesores están de huelga, sino toda la comunidad educativa: maestros, profesores, padres y alumnos. Hoy queremos que se escuche también nuestro silencio.