La apertura de una boutique de más de 700 metros cuadrados en el paseo de Gràcia barcelonés denota el buen momento económico que está viviendo Versace, tras un periodo difícil que obligó al cierre, en el 2005, de la anterior.

Parte del mérito se puede atribuir a Gian Giacomo Ferraris, actual presidente del grupo, fichado hace cinco años y con gran experiencia en otras compañías dedicadas a la moda, como Jil Sander y Gucci. Su objetivo estaba claro: “Aumentar los beneficios”, afi rma. Y constata que en buena parte se ha conseguido, ya que la empresa ha crecido un 17,2%.

También se han multiplicado las inversiones, claro. “Sólo el año pasado -explica Ferraris- Versace dedicó 24 millones de euros a la expansión comercial y ventas por internet”. La tienda on line es todo un éxito, asegura, y alcanzó los objetivos previstos en el 2013, lo que les ha animado a doblar la inversión.

Pero los números no es lo único que preocupa al presidente del grupo Versace, “porque en la moda, más que en otros sectores -añade-, el éxito se debe a la unión de creatividad y una dirección fuerte. Estar siempre informados sobre los acontecimientos del sector ayuda a comprender las exigencias del mercado y las expectativas de los clientes, que son muy sensibles a los productos de alta calidad y a los servicios que ofrece una firma de moda”.

Su próximo paso importante será, avanza, cotizar en bolsa. Y para ello cuentan desde el pasado febrero con un socio, Blackstone, que ha adquirido un 20% del grupo -“un paso clave en la evolución de Versace que le permitirá acelerar su desarrollo”, en palabras del director ejecutivo-. Mientras, el resto de capital sigue en manos de Santo y Donatella, hermanos de Gianni Versace, y la hija de esta, Allegra, a quien su tío dejó buena parte de su fortuna. “La familia ya está dispuesta desde hace tiempo para ese tránsito, ahora se trata de preparar a la empresa”, puntualiza Ferraris.

También el legado artístico de Gianni Versace, que fundó la firma en 1978 en Milán, está a salvo en las manos de Donatella, que ostenta los cargos de vicepresidenta y directora artística de la firma desde la muerte del diseñador, asesinado en Miami en 1997. Ponerse al frente del departamento de diseño no era algo nuevo para ella, ya que llevaba bastante tiempo colaborando con su hermano, primero, en sus siempre impactantes campañas de publicidad; luego, como responsable del diseño de los accesorios, y más tarde, como creativa de una segunda línea denominada Versus.

“Al reorganizar la empresa le di mayor control sobre las colecciones”, explica Ferraris, porque es ella, cree el presidente, quien mejor puede defender el estilo de Versace, “cuyo potencial se basa en el glamur, la fuerza y la sensualidad, y en que es un verdadero símbolo del lujo italiano”, añade.

Todo ello se refleja en la nueva boutique, que se une a las más de 150 tiendas propias y 1.500 puntos de venta de la marca en todo el mundo. Se ha decorado con mosaicos de mármol inspirados en los de las iglesias bizantinas del siglo XI, que contrastan con paredes de plexiglás y estanterías que parecen flotar en el aire. Su autor, el estudio londinense Jamie Fobert, ha querido establecer una especie de diálogo entre pasado y futuro, y también reflejar la opulencia y los valores arquitectónicos más tradicionales de Italia. Y no falta el logotipo de la cabeza de medusa, “que sintetiza perfectamente nuestros valores”, concluye Gian Giacomo Ferraris.

Para el cliente -“la mujer fuerte, sensual y con determinación; el hombre, valiente y provocador”- no se trata sólo de una tienda, explica Ferraris. “La industria de la moda y el lujo se ha adaptado a las nuevas circunstancias de un mercado que ha dado un giro de 360 grados. Primero había el prêt-à-porter y los accesorios, luego se incorporaron los relojes, joyas, gafas, perfumes, hasta llegar al estilo de vida en general”. Conscientes de ello, van a proseguir con la apertura de hoteles, que iniciaron en el año 2000 con el Gianni Versace Spa en la costa australiana, y que pronto continuará con establecimientos en Dubái y Macao.