El Museu d'Etnografia de Can Ros, en el Puig de Missa, culminó ayer un fin de semana repleto de actividades para celebrar el Día Internacional de los Museos con una visita guiada que demostró que su labor divulgativa no está reñida con la diversión. No en vano, el evento contó con unas guías bien animadas a pesar de su aversión a «la plaga de los vileros», Pepa y Margalida, de l'Associació de les Pageses Emprenyades.

Poco antes del mediodía y del inicio del espectáculo, parte del público ya empezó a curiosear por el interior del museo, atraídos por la muestra de pistolas y cuchillos con que se armaban los hombres ibicencos hasta las primeras décadas del siglo pasado.

«Mira esto, es una flaüta doble», exclamó un niño al recorrer la exposición de la entrada dedicada a las ballades en pozos y fuentes. Alrededor de la columna central del porche, esta insólita pieza destaca sobre el resto de los instrumentos del ball pagès.

Francisca Salvadó, ya vestida como Pepa a la espera de empezar el espectáculo de las Pageses Emprenyades, tampoco había visto anteriormente nada parecido. «Sí que había visto a gente tocar dos flaütes atadas, pero una pieza de dos flaütes como esta, no».

La directora del museo, Lina Sansano, aclaró que esta « flaüta bessona» procedía de la colección del folcorista Xico Bufí. «Es la única que conozco, aunque hubo sonadores como Toni Planas que empezaron a tocar dos flaütes a la vez», recordó.

El mismo porche que sirve de sala para esta exposición es otra de las singularidades que ofrece Can Ros por su columna central, rodeada por la vitrina desde que se convirtió en museo. «Pocas casas payesas tienen este pilar, que aquí es necesario porque el porche es tan grande que debe apuntalarse la jácena», indicó Sansano.

Otra de las singularidades se encuentra se descubre al cruzar el umbral de una de las salas a las que se accede des del porche, cunado se descubre una cueva natural, « sa cova des vi», que servía como bodega familiar. Fuera de la casa, la finca de Can Ros cuenta con más sorpresas bajo tierra. «Es un suelo kárstico con otras cuevas, como la que está cerrada en la entrada y la leyenda cuenta que llegaban hasta el mar». «De hecho, una vez desapareció un cerdo de este terreno y parece ser que apareció junto a la desembocadura del río», relata Sansano.

Una clase entre risas

«¡Ave María purísima!», interrumpieron unas voces entre exclamaciones desde el balcón del primer piso. Allí se asomaban Margalida y Pepa, preguntando a gritos a los espectadores que se concentraban a sus pies si «habían ido a misa». «¿Habéis dejado alguna moneda cuando os han pasado el cepillo? Porque nosotras luego haremos lo mismo».

Acto seguido, pidieron a todos los vileros que se identificaran para tenerlos controlados, «porque sois lo peor, una auténtica plaga», acusaban entre risas. Con sus peculiares broncas al público y tomando a todos los de ciudad como blanco de su escarnio sin maldad, las Pageses Emprenyades recorrieron las diferentes salas del museo mientras explicaban los contenidos de las diferentes exposiciones y los diferentes espacios de la casa payesa.

El Museu d'Etnografia contaba con otras dos opciones después de que en 1990 y 1991 se empezara a proyectar su creación. Finalmente, se optó por el espectacular emplazamiento que supone el Puig de Missa y, tras la rehabilitación de Can Ros, dirigida por el arquitecto Joan Prats, el museo se inauguró el 1 de mayo de 1994.

«La reforma respetó por completo la estructura original, sólo se añadió la sala donde ahora se expone el trull», recordó Sansano. «Esta casa no tenia almazara y, como se pudo adquirir un trull original de ca s'Alcúdia, en Sant Miquel, se llevó a este museo».

Supersticiones

Tras la visita didáctica con las Pageses Emprenyades, la jornada concluyó con una ballada a cargo de algunos componentes de la colla de Sant Miquel. Además, el fin de semana de puertas abiertas con que Can Ros ha celebrado el Día Internacional de los Museos contó ayer con una yincana payesa y la entrega de premios del concurso de pintura infantil.

La noche del viernes se dedicó a las supersticiones y las leyendas tradicionales relacionadas con los miedos de la gente del campo, con una lectura de rondalles a cargo de la periodista Misse García y un recorrido nocturno con la compañía teatral T'Eiviss.