Aunque la afluencia de manifestantes no alcanzó las expectativas creadas por la adhesión de numerosas entidades, la concentración de ayer fue valorada por muchos de los participantes como «la primera vez que se celebra una protesta en la calle contra la masificación turística».

Como afirmó Frederic Bofill, en representación «de los ibicencos de fuera de Ibiza», «hay mucha gente cansada de oír a sus amigos de fuera decir que les gustaba mucho la isla de hace unos años, pero que ahora no volverían nunca». «Queremos una Ibiza turística, pero sostenible», añadió desde la tribuna de oradores. «Estamos cansados de llegar a Ibiza en barco y ver que nos deja tirados en es Botafoc, pese a que siempre hemos tenido un puerto muy bonito, pero ahora es para los ricachones y los malos bichos», clamó entre los aplausos de los asistentes.

Antes, había irrumpido entre los concentrados una procesión de los «voraces carroñeros depredadores de la isla», compuesta por una serie de personajes con máscaras de animales repulsivos que portaban a hombros una grúa de construcción y exhibían carteles con lemas como: «Yo soy el que viene de fuera y exijo que los de aquí se adapten a mí», «yo soy el empresario de rent-a-car que llena la isla de coches y se lleva el dinero fuera», «yo soy el cerdo que tira la mierda al mar», «yo soy la discoteca que no te deja dormir» o «yo soy la pasividad en forma de político».

Nuevas acciones

Nuevas acciones

Carmen Torres Chorat, una de las dirigentes de Prou!, destacó que «la gente ha respondido muy animada y con muchas ganas». «Esta es nuestra manera de empezar la temporada turística», afirmó en tono irónico, y señaló que a lo largo de la temporada continuarán realizándose acciones como las que habitualmente celebra este colectivo para protestar contra casos concretos de abusos turísticos.

La presidenta de Amics de la Terra, Hazel Morgan, o el presidente del GEN, Joan Carles Palerm, presentes también en el acto, destacaban la importancia de la concentración y achacaban a la proliferación de actos programados a la misma hora en otros lugares de la isla las causas que impidieron una afluencia más numerosa.

En todo caso, la organización destacó que sólo durante la hora que duró el acto se recogieron 650 firmas para el manifiesto contra la masificación turística de la isla y a favor de medidas eficaces para garantizar la calidad de vida en Ibiza.

Las alusiones a la necesidad de preservar la posidonia, de terminar con los ruidos y las infracciones reiteradas de los locales de ocio y poner límites al crecimiento urbanístico figuraban en pancartas y en las consignas coreadas durante el acto.

La presencia de políticos fue discreta, pues la propia organización había recomendado a los partidos que se abstuvieran de adherirse a la convocatoria para no contaminar políticamente la reivindicación. Algunos concejales progresistas y también algún militante del PP figuraban entre los asistentes.

Los organizadores se excusaron ante los participantes por no poder ofrecer una actuación musical para culminar el acto, pero culparon de ello a las «dificultades» puestas por el Ayuntamiento de Ibiza para la celebración de la concentración. Un grupo de tambores amenizó en todo momento el acto.