Los productores de aceite en Ibiza están viendo superadas todas las expectativas más optimistas y ya anuncian una temporada con registros históricos. Así, con un 75% de la cosecha, la almazara de Sant Joan ya ha recibido 208 toneladas de aceituna procedentes de 57 socios, con la que se elabora la marca Oliada, cuando el año pasado sólo se procesaron 44.000 kilos. Igual de espectaculares son los datos del pionero en la elaboración de aceite en la isla, Joan Prats, Benet, de Benimussa, quien, a mitad de producción, ya augura que llegará a moler «25 o 30 toneladas, cuando el año pasado, que resultó un desastre, fueron cuatro».

Quien ya ha recolectado todos sus terrenos es Miquel Guasch, propietario de la otra almazara industrial de Ibiza. Tras un mes y medio de cosecha, el viernes por la tarde llegaban a sus instalaciones los frutos de los últimos siete árboles de un total de 2.500. «El año pasado hubo poquísima oliva, pero no se esperaba que este año pudiera haber tanta y se están superando todas las previsiones», destaca.

Mosca del olivo

A pesar del fenómeno de la vecería, por el que algunos frutales alternan un año de carestía con otro de bonanza, «la temporada ha sido más que excelente, porque la mosca apenas ha afectado a los frutos y todo el mundo ha tenido muy buena producción», se congratula Guasch. La mosca del olivo es la pesadilla de cualquier plantación, porque sus larvas se alimentan del fruto hasta el punto de que «empieza a fermentar y el aceite luego sale con más acidez, si es que no se pierde la aceituna directamente», explica Joan Prats, Benet.

Para el control del insecto, Benet destaca la labor de la Agrupación de Defensa Vegetal y Sanitaria del Olivar de Eivissa, cuyo ingeniero «controla las plantaciones semanalmente y avisa si se tiene que combatir la mosca o, si no hay más remedio, sulfatar». En este último caso, los análisis de certificación de agricultura integrada, que amparan el aceite Joan Benet, garantizan que «no llega ningún resto de sulfato al producto final y el resultado es de altísima calidad».

Pero estos certificados de garantía suponen más gastos de producción, sobre todo en comparación con las marcas de la Península, por lo que los promotores locales sólo tienen una vía para dar salida comercial a su aceite: apostar por la excelencia. «Cuando empezamos, sabíamos que no podíamos competir en cantidad, porque tenemos pequeñas extensiones», recuerda Mariano Tur, presidente de la Agrupación de l'Olivar de Eivissa. «En cambio, estábamos convencidos de que si elaborábamos un aceite bueno, no tendríamos ningún problema en venderlo, que es lo que está sucediendo».

Primer aniversario

En estos momentos, la Agrupación del Olivar de Eivissa cuenta con más de noventa socios, de los que 40 son «productores reales», según detalla Tur. Además de representar esta asociación, Tur es el presidente de la Sociedad Limitada Oli Eivissenc des Trull de Sant Joan, que cuenta con 57 socios y que a finales de octubre del año pasado estrenaron su almazara.

Estas instalaciones abrieron ayer sus puertas a todos los interesados en catar el primer aceite de la temporada, en un acto de las jornadas gastronómicas Eivissa Sabor, impulsadas por el Consell de Eivissa y la Pimeef. «El año pasado casi no tuvimos aceituna, pero nuestro producto ya está bien consolidado en el mercado y se reciben muchas peticiones para suministrar a tiendas gourmet y en restaurantes de prestigio fuera de la isla», resalta Tur.

Los socios de la Agrupación del Olivar de Eivissa representan una superficie total de 110 hectáreas de plantaciones. Una de las explotaciones más extensas es la de Miquel Guasch, con unas ocho hectáreas en la finca donde nació, en Sant Llorenç, y que siente como una obligación el deber de cuidar estas tierras por respeto a sus antepasados. «Si uno no se esfuerza por conservar lo suyo, mal vamos», resalta Guasch.

Respeto a la tierra

«La verdad es que hacemos esto por amor al arte, porque yo, aunque me he criado en Vila, pasaba en esta finca los fines de semana». «Me encantaba estar con los payeses que trabajaban las tierras, aquí teníamos vacas y ovejas y me gusta ver que el campo sigue trabajado y cuidado», rememora. Guasch destinó la finca familiar a la plantación de arbequina y picual, con las que elabora aceite ecológico de cada una estas dos variedades y un tercero mezcla de ambos.

Por su parte, el aceite Joan Benet también se elabora con estos dos tipos de oliva, aunque con una sola fórmula: 90% de arbequina y 10% de picual. «La arbequina es la aceituna más fina, la más sensible a la luz y al calor y se conserva mejor si se le añade una variedad más fuerte y resistente como es la picual», explica Joan Prats. Él también inició su afición por amor a sus tradiciones: «Cuando empecé en el 96, tumbando un montón de algarrobos viejos para plantar olivos, mucha gente me tomaba por loco», recuerda entre risas. «Al final, muchos cambiaron de opinión y otra gente se animó a producir aceite».

En su infancia, la finca de Can Benet ya contaba con una almazara, pero, al igual que las del resto de la isla, acabaron abandonadas. «Yo de pequeño siempre había visto elaborar aceite y me parecía que era una lástima que se hubiera perdido la tradición en la isla, así que, cuando heredé esta finca, decidí recuperar la elaboración de aceite».

Tras una plantación inicial de 80 árboles, Joan Prats se entregó a su pasión y plantó 850 más, a la vez que, en sólo dos años, sustituía la almazara que procesaba 100 kilos de aceitunas a la hora por otra que llegaba al millar. «La pude comprar con una ayuda del Plan Leader, con la condición de que también pudieran hacer aceite el resto de productores que se animaron a plantar olivos».

Veinte años después de la iniciativa en Can Benet, Eivissa cuenta con 16 marcas de aceite «y se prevén tres nuevas antes de que acabe el año», según anuncia Mariano Tur.