Un total de 122 personas estuvieron alojadas en el Centro de Acogida Municipal (CAM) de Vila a lo largo de 2016, un periodo en el que se ha incrementado no sólo el número de usuarios respecto al año anterior (+2,5%), sino también su tiempo de estancia. «El perfil del usuario ha variado, y ha disminuido el flujo masivo buscando trabajo que está pocas noches en el CAM», recoge la memoria de actividad de Bienestar Social, que señala que frente a esto se consolida «el usuario dependiente». A este respecto, señala que es precisamente el aumento de estos últimos lo que ha impedido a los primeros acceder al albergue, al estar las plazas llenas por más tiempo.

El usuario principal es hombre (74,6%), pero el número de mujeres ha crecido de forma gradual, al pasar del 8,9% hace seis años hasta el 25,4% actual. Su edad media es de 48,8 años (el 62% pasa de 45), dos más que en 2015, según la memoria, que apunta que en los últimos ejercicios aumenta la edad, lo que es «preocupante», pues muestra que hay «un alto grado de personas mayores que no encuentran alojamiento» relacionado esto con las dificultades de empleo.

La mayoría son de nacionalidad española (57,4%): sólo siete nacidos en Balears, pero la mitad residentes en el archipiélago. Otros diez procedían de Italia (8,2%), siete de Marruecos (5,7%) y cinco de Argentina (4,1%), mientras que el resto son de 23 nacionalidades distintas, con uno o dos casos por país.

«Gran parte de los usuarios estuvieron acogidos más de 30 días», se indica. Pero no sólo eso, sino que en 2016 hubo «muchos» acogimientos de larga estancia, hasta de varios meses. Así, la media de pernoctaciones es de 64,5 noches, lo que significa que la estancia media de un usuario desde que entra hasta que sale es de 2,15 meses.

«Los datos no cambian respecto a 2015, sino que confirman el cambio de perfil producido durante los dos últimos años, que se está manteniendo en el servicio: casos más duraderos y dependientes, que son usuarios de otros servicios. Con el añadido de la dificultad para encontrar alojamiento, lo que hace que muchos se enquisten en el servicio para alojamiento y por la situación económica», se detalla.

Diferentes perfiles de usuarios

Atendiendo a todo esto, el perfil general de los usuarios del servicio de alojamiento del CAM es hombre español de 45 a 55 años, soltero o separado que, tras pasar más de 30 días en el centro, se marcha «por haber acabado su tiempo de estancia, por haber encontrado trabajo o disponer de recursos propios».

También hay personas de avanzada edad derivadas de otros servicios, gente en ocasiones desahuciada o perceptora de una prestación insuficiente para pagarse una habitación. «En muchos casos tienen problemáticas asociadas y están esperando la entrada a un recurso de sus características», indica y subraya que dejan el albergue al obtener plaza en un centro residencial o piso tutelado, en función de sus características.

Aparte de éstos hay otros perfiles entre usuarios españoles. El de gente que llega para buscar trabajo y vive en el centro «una semana o más» hasta tener trabajo y recursos. O el de personas en situación de marginación social y con problemáticas diversas (desarraigo, falta de recursos, alteraciones psíquicas, adicción a drogas) con las se trabaja dando alimentación y alojamiento puntualmente, pues el objetivo es motivarlas para hacer tratamiento y superar su problema -las personas con adicciones o problemas de salud mental ven condicionado el tiempo de estancia a seguir dicho proceso-.

Un tercer perfil es el de hombre soltero o separado que tiene más de 35 años, que está en paro desde hace tiempo, sin vivienda, con la familia desestructurada, con desarraigo social, con problemas de alcohol o alteraciones psíquicas. Se le da apoyo específico para lograr la reinserción social y laboral y suele estar «mucho más tiempo» en el CAM que otros usuarios: «Seis meses, un año o más dependiendo del cumplimiento de los objetivos fijados», se detalla.

Otro es el de víctimas de violencia machista que están poco tiempo en el centro y con ayuda de éste o de recursos familiares regresan a su lugar de origen. Y el de mujeres separadas con niños que no reciben ayuda de sus exparejas y que no solicitan alojamiento, sino alimentación, ayuda económica e información y orientación.

Por otra parte están los extranjeros que, menos los turistas -que solicitan una ayuda puntual para volver a su país-, no tienen vivienda, llegan a buscar trabajo y se encuentran en la isla sin casa ni recursos. Entre ellos se destaca a los que están de forma irregular, pues es un perfil que ha crecido «notablemente en los últimos años».