A mediados del siglo XVI, las constantes incursiones piratas dificultaban el avance de las obras de las murallas de Ibiza. Los piratas turcos y berberiscos atacaban con perseverancia a los trabajadores en las canteras de ses Illes Negres y siempre había enemigos en el paso de es Freus.

Ante esta situación, en el año 1556, el gobernador, Pedro Ezquerra, solicitó al Rey que enviara a la isla, durante tres meses, las galeras que estaban en Barcelona para poder defender a los trabajadores de la fortificación. Hoy, tenemos constancia de que estas galeras llegaron a Ibiza no sólo por los documentos que se conservan sino también por los curiosos grafitos que, como pinturas rupestres pero en el Renacimiento, los constructores del fuerte ibicenco dejaron en los muros que levantaban.

Detalle de uno de los grabados. Foto: Joan Costa

Los grafitos que representan embarcaciones, aunque no son los únicos que pueden encontrarse a lo largo de la fortaleza, sí son los más significativos y merecen un análisis diferenciado. Para empezar, casi todos estos barcos, al menos la agrupación más destacable, se hallan concentrados en el baluarte de Sant Bernat. Y tal circunstancia, explica el arquitecto Fernando Cobos, redactor del Plan Director de las Murallas, se debe a que desde allí se avistan es Freus. «Los mejores grafitos que representan galeras están situados en este baluarte y ello no es casual», asegura, aunque hay dos teorías sobre los autores de estas rudimentarias y esquemáticas obra artísticas.

Por un lado, existe la posibilidad de que fueran galeotes, condenados a galeras y forzados a trabajar en las murallas, quienes dibujaran los barcos en los que habían llegado. La segunda teoría apunta a que fueron albañiles contratados quienes dibujaron las galeras que veían en lontananza y que, además, estaban allí para protegerlos de los piratas. A decir verdad, no son dos teorías excluyentes.

En cualquier caso, el arqueólogo Josep Torres Costa apunta que la construcción de las nuevas murallas fue parte importante de la economía ibicenca, que en ellas trabajaron muchos habitantes de la isla (los que no trabajaban en la recolección de sal) y que la mano de obra forzada debió ser mucho menor que la contratada. En este punto, alude a un documento en el que las autoridades señalan que a estos trabajadores autóctonos «había que dejarles tiempo para hacer sus trabajos en el campo, porque si no, no tendrían para mantenerse». Además de embarcaciones, hay grafitos que representan estrellas, cruces o incluso falos, y algunos no son más que garabatos. Hay muchos grafitos, en realidad, y Torres Costa considera que sería necesario realizar un inventario de los mismos que pudiera ser la base de futuros estudios. Tal listado de dibujos podría realizarse, a su juicio, aprovechando el momento en el que haya que efectuar una de las periódicas limpiezas de los muros.

Estos dibujos dejan constancia de que los barcos llegaron a Ibiza. Foto: Joan Costa

Respecto al conjunto de galeras del baluarte de Sant Bernat, y aunque recuerda otra de estas embarcaciones pintada en la casamata de Sant Pere, el arqueólogo destaca que el más sobresaliente de estos grafitos es una versión idealizada de una galera, ya que muestra al mismo tiempo las velas y los remos, las dos formas por las que se podía impulsar el barco.

En realidad, estas galeras, resalta Fernando Cobos, no están dibujadas, sino grabadas en el mortero cuando éste aún no había secado. Y por ello puede asegurarse que son obras coetáneas a las murallas. El arquitecto introduce otros dos detalles interesantes al tema. El primero de ellos es que «la muralla siempre quiso ser muy visible desde s'Espalmador , desde es Freus, y por eso era roja, y el mortero que la hace roja es donde están dibujadas las galeras». La segunda observación es que también se han hallado grafitos de embarcaciones en otros lugares cercanos a las costas españolas, como en el castillo de Denia. Hay que tener en cuenta, aclara, que los turcos cortaban también las comunicaciones entre Ibiza y Denia.