-¿Cuándo se puede decir que hay contaminación lumínica?

-Cuando hay luz artificial en cantidades excesivas o en lugares donde no se necesita o a horas en que no hace falta. Por ejemplo, iluminar una ermita en mitad del campo puede tener sentido en las primeras horas de la noche, pero no hasta el amanecer. Las calles también se han de iluminar, pero no necesitamos tanta luz como para que se pueda leer el periódico en mitad de la noche en una calle o en un parque. El concepto de contaminación lumínica se aplica cuando estamos ante un exceso de luz, por su cantidad o por su horario.

-¿Cómo afecta la contaminación lumínica a la observación astronómica?

-En este caso, los efectos son muy claros. Los observatorios se han de construir en lugares oscuros, pues el criterio de calidad de un enclave astronómico es la oscuridad del cielo. Si el cielo brilla demasiado, el objeto que quieres observar lo ves con peor calidad, con más ruido. Para cualquier persona de la calle, es evidente que si intentas ver las estrellas desde el Paseo Marítimo de Ibiza no verás tantas como si te subes a la montaña. Es una cuestión de contraste en el cielo. Los equipos astronómicos son muy sensibles y también captan ese brillo del cielo que tú no quieres, y que de hecho es ruido.

-¿Qué otros problemas provoca ese exceso de luz?

-Los astrónomos son los que primero sufren el problema, pero también afecta a la salud humana y a la naturaleza. Cuando dices esto en las charlas, la gente abre los ojos como platos. Uno de los efectos más evidentes es que en nuestras propias casas, si no bajamos la persiana por la noche, sigue entrando luz. El cuerpo humano está acostumbrado a que de noche haya oscuridad. Se ha descubierto que el organismo humano, aunque esté durmiendo y con los ojos cerrados, sigue detectando la presencia de luz a su alrededor, y eso afecta al ritmo con que se produce la melatonina, que es una sustancia con la que regulamos nuestro ritmo circadiano, es decir, el que se habitúa al día y a la noche. Se ha demostrado que tu propia casa puede tener ese ritmo biológico trastornado por culpa de la luz que te llega de fuera.

-Y afecta también al medio ambiente...

-En el caso de la naturaleza, todo el mundo ve que si uno pone una farola en un parque, todas las mariposas nocturnas van a ella, e incluso se quedan atrapadas ahí. Y si están ahí, no están haciendo la labor que deben desarrollar, que es la polinización, por ejemplo. Además, si están en la farola, son más fáciles de cazar por los murciélagos... Ya se produce un desequilibrio ecológico en ese caso. En el caso de Ibiza, se ha estudiado el caso de las pardelas, aves migratorias que a veces se ven afectadas por las luces y nos las encontramos desorientadas en mitad de la calle o en la playa. No van a donde tienen que ir.

-¿Cómo se puede iluminar sin provocar estos problemas?

-La mala noticia es que cada vez hay más luz, pero la buena noticia es que sabemos cómo iluminar para evitar esto. El problema es de mentalización. Los alcaldes, ¿qué hacen? Ponen farolas, y cada vez más, porque el ciudadano pide más luz. Yo lo que espero es que algún año los ciudadanos pidan a los alcaldes menos luz. Es un problema de conciencia ciudadana. Se ha de saber que hay que iluminar en su justa medida, porque convertir la noche en día no tiene ningún sentido. En primer lugar, hay que seguir la normativa que hay, que impide poner luces que apunten hacia arriba. Las luces han de iluminar para abajo, para empezar. Lo que sucede es que, así como este tema está bastante controlado en las instalaciones públicas, en las privadas está completamente descontrolado. Aunque estén incumpliendo la normativa, al final no hay nadie que materialice esa prohibición.

-¿Qué grado de regulación legal hay sobre estos temas ahora? En Balears hay una ley, pero no está desarrollada.

-El problema de las leyes es que tenemos la normativa europea, la nacional, la autonómica y la de los ayuntamientos... No puede ser. Incluso allí donde tienen una normativa más desarrollada, como en Canarias, tampoco hay organismos que puedan poner multas.

-¿Cómo ve la calidad del cielo en Ibiza?

-Existen dos medidores tomando datos en la isla, uno justo al lado de Sant Jordi, en todo el núcleo turístico que hay allí, y el otro en Cala d´Hort, que es una zona rural. El cielo es completamente diferente. En la zona de Sant Jordi el cielo es ocho veces más brillante que en Cala d´Hort. En Ibiza, aún hay lugares con un cielo muy bueno, pero hay que vigilarlo, porque, si no, llegaremos al caso de Malta. Allí, un astrónomo me decía que no les queda ni un sitio para observar y que han de coger un barco.