El concepto que resume el problema es saturación. Asomándose al mirador de Porroig a cualquier día y hora del verano, impresiona la cantidad de embarcaciones, de todos los tamaños, fondeadas en la rada. La mayoría de ellas echa el ancla sobre la posidonia, y su borneo arrastra la cadena sobre la pradera, provocándole daños que se suman a los que, en ese mismo momento, se suceden a lo largo de todo el litoral de Ibiza y Formentera. Miles de anclas sobre posidonia, un día tras otro. Ya no hay nadie, ni institución ni asociación, que no reconozca que esta presión no es sostenible y que hay que ponerle freno.

Y ese es, simplificando, el objetivo de la Red de Vigilancia Ambiental, un plan que combina una campaña de sensibilización con la recogida de la información que permitirá convertir en datos la presión ambiental a la que están sometidas determinadas zonas pitiusas y usarlos para justificar futuros planes de fondeo.

Una mañana de julio, un grupo de voluntarios comprueba que, desde Porroig a es Torrent, unos cien barcos parecen fondeados sobre posidonia, en 'el negro' de la playa.

Su misión: conseguir que se desplacen hasta la zona 'blanca', hacia los fondos de arena. Son voluntarios, gladiadores de la posidonia, que se adentran en el mar, en kayak o sobre una tabla de pádel surf, portando como mensaje la herramienta que el Consell de Eivissa les ha facilitado para defender con garantías los intereses de este patrimonio natural pitiuso en peligro; no es lo mismo ser un ecologista en kayak que se acerca al capitán de un barco sermoneándolo por haber tirado su ancla sobre una planta que quizás desconoce a abarloarse esgrimiendo un folleto oficial de un organismo como el Consell.

Los capitanes se los toman más en serio. Se están distribuyendo ya 6.000 folletos (con información sobre qué es la posidonia, por qué hay que conservarla y cuáles son los impactos del fondeo y los vertidos) y hay una segunda edición igual en marcha. Ésta es la parte de sensibilización de la red, y Porroig uno de los puntos candentes del plan de salvamento de la Posidonia oceánica.

Repartiendo folletos a las embarcaciones, la línea 'Navega en verde' de la campaña, están, por un lado, voluntarios que van por libre, coordinados por María José Estarellas, que navega en tabla de pádel surf, y, por otro, los 23 voluntarios formados por Cruz Roja para realizar su trabajo en kayak, coordinados por Pablo Díez. Los voluntarios de Cruz Roja, en turnos de seis personas cada día, visitan las embarcaciones mal fondeadas y también realizan una labor medioambiental más amplia de limpieza de plásticos o entrega de ceniceros en las playas. Y así seguirán hasta el 30 de septiembre.

Estarellas, que ya empezó sola, hace más de un año, su cruzada para informar a los tripulantes de los barcos de la importancia de las praderas marinas, advierte al resto de los voluntarios que no se trata de enfrentarse a los tripulantes; sólo de informarles, que ya no puedan alegar que desconocen la importancia de las praderas de esta fanerógama marina, entregarles un folleto y señalarles una alternativa a destrozar la vida marina. Es decir, se trata de conseguir que se desplacen a las zonas blancas. A veces tienen que insistir, en ocasiones no obtienen grandes resultados, pero, a menudo, necesitan menos de un par de horas para conseguir que 30 barcos cambien de lugar. Y eso es un gran éxito. María José cuenta con voluntarios que van y vienen según sus posibilidades y elige sus zonas en función de sus observaciones diarias. Cruz Roja planifica sus salidas; empezó la campaña en Talamanca, la continuó en Porroig, la sigue en es Jondal y a mediados de agosto estará en Cala Saona y es Pujols, para acabar en Pou des Lleó. Cruz Roja ha encajado su participación en la campaña dentro de su propio programa medioambiental, que, según explica Pablo Díez, incluye limpiezas en la costa, información y concienciación en las playas y recogida de datos de zonas en las que proliferen especies invasoras.

Frente común contra la degradación costera

Y la sensibilización y el reparto de dípticos es sólo una parte de la campaña que este verano ha sumado, inicialmente, los esfuerzos del Grup d'Estudis de la Naturalesa (GEN), Cruz Roja y la Asociación de Voluntarios de Ibiza y al que se siguen adhiriendo diversos grupos y negocios como escuelas de kayak y pádel surf, centros de buceo, clubs náuticos, grupos de buceo libre y también particulares que quieren participar en lo que se ha convertido en un frente común contra la degradación costera, con la posidonia como bandera, pero con un objetivo más amplio de frenar la destrucción del litoral en todas las formas en las que se revela. Teniendo en cuenta, además, que la planta está protegida y que puede multarse a quienes causen destrozos en la pradera o a quienes fondeen en zonas protegidas, como en el Parque Natural de ses Salines. De hecho, en el plazo de dos semanas, al menos seis grandes yates han sido denunciados por la Guardia Civil.

Las sanciones económicas, sin embargo, suelen ser leves, de entre 500 y 2.000 euros, los agentes no disponen de medios suficientes para cubrir una demanda saturada y los controles se deben centrar, sobre todo, en aguas de la reserva marina de es Freus, ampliada recientemente para incluir los islotes de es Malvins, s'Esponja y es Daus y la costa de Formentera hasta es Cap de Barbaria. Los voluntarios que entregan los dípticos saben que su función es, en principio, meramente informativa, que deben convencer a los capitanes para que fondeen sobre arena, y que avisar a la Guardia Civil es un recurso del que echan mano en casos extremos de reincidencia o en los que los destrozos resultan muy evidentes. «Si se pusieran todas las multas posibles, con ellas se podrían pagar vigilantes para toda la costa», asegura Estarellas, consciente de las limitados recursos del instituto armado.

Porroig, donde se han localizado 45 estructuras de fondeo fijas, es una de las ocho zonas de muestreo escogidas por los responsables del GEN en la parte de la lucha que a ellos les toca. Junto a es Jondal, Benirràs, Cala Salada, Cala Vedella, Talamanca, Cala Llenya y Cala Saona, según concreta el responsable de esta área, Xisco Sobrado. En estos momentos cuenta con doce voluntarios, que se dedican a fotografiar, desde puntos costeros determinados y horas concretas, la afluencia de barcos fondeados en cada una de las calas citadas. En Porroig, por ejemplo, a las 14.45 del 26 de julio, hay 51 barcos sobre posidonia y 10 sobre arena.

La información se registra a través de una aplicación de teléfono móvil y los datos sirven para estimar la presión que estos lugares sufren durante todo el verano. Además, se incluyen incidencias como la turbiedad en la orilla de Talamanca o manchas de aceite que han aparecido en Porroig. En principio, la recogida de datos se prolongará hasta el último día de agosto, con posibilidades de ampliar el estudio al mes de septiembre, e incluso a otras calas o playas, si se dispone de voluntarios suficientes para ello.