A finales de enero un policía nacional de Ibiza se quitó la vida en el aeropuerto. No es un caso aislado. El 13 de mayo se suicidaba el capitán psicólogo de la Comandancia de la Guardia Civil de Toledo y justo un mes antes lo hacía un policía nacional de Ourense. Y afecta a todas las escalas: el verano pasado un inspector que estuvo trabajando en la comisaría de Ibiza se suicidó en Benidorm un mes después de dejar la isla. Aunque no hay datos oficiales, diversas plataformas de ayuda a los agentes han contabilizado un suicidio de un policía nacional cada 15 días. Son cifras que indican que algo muy grave está pasando.

Preocupado por estos datos pero sobre todo por las historias que esconden las frías cifras, el policía Carlos Toral, delegado de Formación dentro del sindicato Alternativa Sindical de Policía (ASP) en Ibiza, ha activado el Plan Vence «para trabajar directamente el tema, ayudar a los compañeros y exigir medidas de apoyo» para atajar lo que este agente califica de «pandemia».

Una de las primeras acciones ha sido la organización de un ciclo que intentará abordar «las diferentes alternativas conductuales, de comunicación no verbal e inteligencia emocional dentro de la labor policial en pro de una mejora personal», explica. Esta jornada, dedicada específicamente al suicido en las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, la dirigirá la psicóloga Alicia de San José este viernes 27 de mayo a las 16.30 horas en el salón de actos de la comisaría.

La entrada es libre para los funcionarios de los cuerpos policiales de la isla, porque tanto Carlos Toral como Alicia de San José saben que el suicidio y sus causas no son materia exclusiva del Cuerpo Nacional de Policía (CNP). Es más, De San José recuerda que desde el año 2007 hasta hoy se han registrado un 23 por ciento más de suicidios entre la población en general en España respecto al período anterior, «una cifra que se duplica en los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado», apunta la experta.

Asumir que hay un problema

Toral, por su parte, subraya que su preocupación no es aislada, ya que ya se han puesto en marcha en toda España grupos de apoyo para evitar más suicidios en el cuerpo como Ángeles Custodios o Vive CNP. «Lo más importante es eliminar el tabú del tema porque si no aceptamos que hay un problema no se van a poner soluciones», subraya el policía.

«Todos somos suicidas en potencia, nadie está exento de que le sucedan cosas en la vida que le aboquen a ese túnel que desemboca en el suicidio», remarca De San José. «Si la OMS ha instaurado un Día Mundial del Suicidio para visibilizar el problema y visibilizar políticas de prevención es porque es un problema y un problema en aumento», destaca la psicóloga. Para esta profesional, tratar de ocultar esta realidad no solo es absurdo sino que es casi inhumano, «ya que si no se reflexiona sobre ello no se ponen medidas y, si no se ponen medidas, no se frena la escalada de muertes», matiza.

Carlos Toral es especialmente sensible al tema porque ha sufrido ansiedad en el pasado y sabe bien qué consecuencias puede tener el cóctel de estrés laboral y problemas personales. En su caso se trató de la muerte de un ser querido, unido a cambios de lugar de trabajo y de vida y otros problemas familiares. «Parece que si dices que has sufrido ansiedad eres una persona débil y no es cierto porque todas las personas sufrimos por el trabajo o por nuestros problemas personales», argumenta el policía, que recuerda que diariamente los agentes se tienen que enfrentar a situaciones estresantes como intervenciones en accidentes o incendios, donde a veces se encuentran con cuerpos quemados o desmembrados que se quedan grabados en la memoria.

Otro problema añadido es que los policías que han estado de baja por motivos psicológicos son señalados a menudo cuando vuelven al trabajo como si fuese un estigma. «Y no es así, simplemente han pasado por un bache en la vida que han superado», subraya Toral.

El secretario general local de ASP en Ibiza, Raúl Cuesta, quiere lanzar un mensaje muy concreto al respecto: «Ser policía es un honor y una ardua tarea. Los suicidios de compañeros son uno de los baches más tristes que tenemos que superar cada día, pero la Policía Nacional de hoy tiene un nivel de preparación muy alto y eso hace que nuestra labor repercuta notable y positivamente ante la ciudadanía. Es normal que no se tenga la sensación colectiva de que en muchas ocasiones los diez peores minutos de la vida de muchas personas son nuestro día a día».

La psicóloga, por su parte, deja claros varios conceptos sobre el suicidio: «El primero y el más importante es que la persona no quiere dejar de vivir, no se trata de que desee dejar de vivir sino de que el suicidio es un desenlace terrible a una situación de desbordamiento emocional. La persona no puede más con el sufrimiento que está viviendo y no ve una salida», destaca la psicóloga.

Que una persona llegue a un fatal desenlace «se debe muchas veces a problemas o pérdidas del pasado que no se han podido elaborar y que van agujereando la red en la que se sostiene la persona», aclara De San José. Así, apunta que todos nosotros tenemos una especie de red emocional que se tejió desde muy niños (algunas son más resistentes y otras más débiles en función de lo que nos han transmitido, de lo que hayamos vivido y lo que se haya experimentado) que va soportando las cosas que nos van sucediendo «y que a veces se rompe por sobrecarga», una imagen muy gráfica de lo frágiles que podemos ser.

«Los policías, como cualquiera de nosotros, sufren problemas familiares, de pareja, pérdidas de seres queridos, dificultades económicas... todo lo que nos toca vivir, con el añadido de que en su trabajo se enfrentan a situaciones a veces extremas como accidentes de tráfico con niños involucrados, crímenes de sangre, personas quemadas, situaciones estresantes por conflictos (una detención con resistencia, por ejemplo), desahucios, momentos en los que se les pide que apliquen violencia, el trabajo en turnos nocturnos que altera en el aspecto físico y psicológico y dificulta las relaciones familiares y de pareja...», explica la psicóloga.

Tomar medidas eficaces

La falta de reconocimiento y de comprensión por una parte de la sociedad que critica sus intervenciones más violentas y generaliza esta idea con todo el cuerpo «también es una losa para ellos», apunta De San José. Por su parte, los policías recuerdan que su cuerpo «está entre las tres instituciones mejor valoradas por la ciudadanía, según el CIS».

¿Qué se puede hacer entonces para frenar la escalada de agentes que se quitan la vida? Para prevenir los suicidios, Alicia de San José propone un cambio en lo que ella llama ´cultura policial´. Lo primero es «que cada agente pueda mentalizarse de que no son robots sino personas que se enfrentan a problemas y que es normal que tengan momentos en los que necesiten apoyo». Es importante que a eso se sume un buen cuidado personal (velar por llevar una buena dieta, cumplir con las horas de sueño y hacer ejercicio), preparación y formación (en habilidades de comunicación y sociales, propone) y que además cuenten con espacios de ayuda que pueden ser tanto de atención grupal, tras situaciones traumáticas, como atención psicológica individual.

Pero también es muy importante que se produzcan determinados cambios en la organización «es decir, todo lo relacionado con condiciones de trabajo adecuadas, racionalización del trabajo en lo que respecta a horarios y turnos, motivación y expectativas laborales, sistemas de prevención del acoso, freno a las coacciones en el entorno laboral...», describe la psicóloga, que añade que aquí está la clave «ya que en esto sí se puede incidir». «No se puede evitar que tengan que atender a un herido o situaciones difíciles, pero en todo lo anterior sí se puede incidir», subraya la también psicoanalista.

A Alicia de San José le sorprende y le preocupa que los agentes, ya no solo de este cuerpo, no tengan un espacio psicológico preventivo.

«Por ejemplo, después de los atentados del 11M hubo muchos casos de estrés postraumático por parte de los profesionales de cuerpos policiales y la atención que han recibido después no ha sido la más indicada», apunta.

Para Carlos Toral, lo más preocupante no son solo los casos de suicidio, sino que la DGP no ponga medidas ante el aumento de agentes que se están quitando la vida. «Además, en la academia de policía de Ávila no tenemos ninguna asignatura de psicología contra el estrés policial, y sería muy importante que nos diesen formación y apoyo al respecto», sugiere.

«Arrastramos en la cultura social, y más en la cultura policial, la idea de que ir al psicólogo es de locos e ir parece un estigma», añade De San José. Su objetivo y el de Toral es cambiar esta idea. La charla es un primer paso.