El martes de carnaval, el viento y la amenaza de lluvia estuvieron a punto de dar al traste con la rúa de Santa Eulària, en la que cientos de personas, sobre todo escolares, habían empeñado horas de trabajo y mucha ilusión por participar. Por fortuna, pudo realizarse y, tras el susto, el cielo acompañó con el magnífico espectáculo del atardecer.