Las fiestas de Sant Agustí tienen un encanto especial. A pesar de que su celebración sigue el esquema tradicional de misa, procesión y exhibición de ball pagès, los que disfrutan de este día son conscientes de que en este pueblo se respira un aire diferente. No es de extrañar que ayer por la tarde numerosas personas captaran cada instante con una cámara réflex en vez de con la del móvil.

Amantes de la fotografía y, sobre todo, de la «auténtica Ibiza», se congregaron en la Plaça Major para retratar con mimo cada detalle. Las cámaras Nikon, Canon y Sony asomaban por encima de las cabezas de los turistas y residentes que honraron al patrón del pueblo. Los móviles se quedaron en los bolsos o bolsillos de los asistentes. Más de uno pensó ayer que las fotos de las fiestas de Sant Agustí es mejor compartirlas con los seres queridos que a través de las redes sociales.

A las siete en punto comenzó la misa oficiada por el obispo de Ibiza, Vicente Juan Segura. Los más fieles abarrotaron la pequeña parroquia, donde se encontraban también el alcalde de Sant Josep, Josep Marí, Agustinet; el conseller de Economía, Gonzalo Juan; la exalcaldesa del municipio y portavoz del grupo popular, Neus Marí; el exconseller de Industria, Vicent Roig, y el jefe de Policía y subinspector, Jaume Ramón.

Una hora después comenzó la procesión. La comitiva religiosa salió de la iglesia, bajó la calle que conduce al aparcamiento, rodeó los coches que se encontraban allí estacionados y regresó a la Plaça Major. Frente a la parroquia, los miembros de sa Colla des Vedrà ofrecieron una exhibición de ball pagès, mientras se repartían 400 orelletes entre los asistentes, que habían formado un círculo para dejar en el centro al grupo folclórico.

«Estas son las fiestas auténticas de Ibiza y este es su verdadero sabor», opinó Agustí Alberti, un madrileño que se enamoró de la isla en 1967, cuando la pisó por primera vez y mantiene su idilio desde entonces. «La Ibiza realmente atractiva es esta: la del ball pagès y la de los festejos de pueblo», sostuvo Alberti, acompañado de su mujer y de dos hijas. Una de ellas, Paloma, llevaba colgada una réflex para inmortalizar, un año más, el día de Sant Agustí. Cada una de esas instantáneas mantendrá la esencia a la que se refería su padre.