­Si el caso del niño de Olot, afectado por la difteria porque no había sido vacunado contra esa enfermedad, hubiera ocurrido en una comunidad donde hubiera más casos de críos sin vacunar «se podría hablar ahora de un problema mucho mayor», advierte Bartolomé Bonet Serra, jefe del servicio de Pediatría del Área de Salud de las Pitiusas. «Muchos de los otros niños contagiados no desarrollan la enfermedad porque están vacunados, pero son portadores. Pero en el momento en que haya una parte de la población relativamente alta sin vacunar podríamos tener problemas muy importantes», avisa el doctor.

Tos ferina en pitiusos sin vacunar

En las Pitiusas, como en Olot, también hay padres que optan por no vacunar a sus hijos. De hecho, «el año pasado hubo casos de tos ferina en Ibiza en gente no vacunada. Se trataba de familias que habían rechazado vacunarse», indica Bonet. No es obligatorio, es una responsabilidad que recae en los padres o tutores, recuerda el médico, que, no obstante, recomienda «seguir el calendario que marca nuestra Comunitat Autònoma».

El peso de las medicinas alternativas

«En Ibiza -recalca el responsable de Pediatría pitiuso- hay gente que no vacuna a sus hijos. No tengo cifras, pero hay una cierta tendencia a no vacunar». ¿De qué tipo de gente se trata? «Vivimos en una isla donde hay personas que prefieren las medicinas alternativas, que desconfían de las vacunas. A veces se cuestiona su seguridad, se dice que es un gran negocio para la industria farmacéutica, que vacunamos en exceso sin haber necesidad, se habla de que si determinadas enfermedades han aumentado por la vacunación... De eso no hay pruebas, no hay evidencia. Pero existe esa tendencia. A veces hacen más caso al vecino que a su pediatra. Tiene mal apaño la cosa».

¿Vendidos a las farmacéuticas?

Respecto a esos supuestos intereses farmacéuticos, Bonet asegura que «la inmensa mayoría de las vacunas que se usan son por motivos de salud. Siempre hay cierta desconfianza hacia el sistema sanitario. Siempre hay gente que piensa que lo que haces es porque estás vendido a las farmacéuticas». Pero quien no vacuna a sus hijos «ha de tener en cuenta las consecuencias», comenta el médico, que advierte de que «las creencias son difíciles de controlar», incluso con «20 artículos científicos que demuestren que es necesario».

Tres tipos de población

A juicio de Bonet, en las Pitiusas viven tres tipos de personas: «Una parte de la población, que es minoritaria, quiere que sus hijos reciban todas las vacunas que existan, aunque tengan muy poco riesgo de desarrollar determinadas enfermedades; luego está la inmensa mayoría de la población, que usa las generales que manda el calendario vacunal; finalmente hay una minoría que no quiere vacunar». Respecto a si es habitual que tras la primera vacuna algunos padres opten por prescindir de las de refuerzo, Bonet asegura que no ha conocido ningún caso: «El que no quiere vacunar no vacuna y te lo dice desde el primer día. Son raros los casos en que no se ponen las vacunas de refuerzo».

Por el «sentimiento de seguridad»

El facultativo considera que ese rechazo de parte de la población a las vacunas tiene su origen, en parte, «en que hasta ahora hay una serie de enfermedades que no aparecen si la inmensa mayoría de la sociedad está vacunada, salvo que venga un foco de un país extranjero, como suele pasar periódicamente». La población, en ese sentido, «tiene un sentimiento de seguridad. La difteria era extraordinariamente rara hasta ahora. Claro, si está todo el mundo vacunado no hay problema. Pero en el momento en que una parte, aunque sea pequeña, de la población decide no vacunarse empieza a haber un riesgo, pequeño, pero un riesgo. Eso es lo que ha pasado en Olot», recuerda Bonet.

El «doble sentido» de las vacunas

Las vacunas tienen, según Bartolomé Bonet, «un doble sentido». Por un lado, «el de prevenir una serie de enfermedades a los pacientes; por otro, evitar una serie de complicaciones de tipo social». Pone el ejemplo de la rubeola: «Es una enfermedad relativamente leve, pero una infección por rubeola durante el embarazo da lugar a malformaciones fetales severas. En este caso no vacunas tanto por lo que representa la enfermedad en el niño como por lo que puede suceder si una mujer embarazada se infecta». En casos como el de la vacuna de la polio, «gravísima, lo que se busca es que el virus no afecte a nadie, alejarlo de la sociedad».

¿Tendría que ser obligatorio vacunar a los niños?

El ministro de Sanidad, Alfonso Alonso, no se mostró esta semana partidario de establecer la vacunación infantil obligatoria y recordó que en España existe un sistema de recomendación, fijado dentro del Calendario vacunal infantil y basado «en el compromiso y la responsabilidad social de los padres». Bonet está de acuerdo con Alonso: «Hay que ceder la responsabilidad a los padres. Los sanitarios tenemos la obligación de comunicar que ofertamos eso, que eso prevendrá que su hijo desarrolle algunas enfermedades. Pero obligar puede ser peligroso».

Se rechazan específicamente algunas vacunas

El pediatra confirma que en las Pitiusas existen casos de gente «que o bien es contraria prácticamente todas las vacunas o que solo evita determinadas». Por ejemplo, «hay cierto rechazo a la triple vírica porque en un artículo publicado en una buena revista se dijo que podía tener consecuencias. Luego se vio que se contenía datos incorrectos o falsificados y el artículo fue retirado. Pero el daño ya estaba hecho». Así, muchos «a lo mejor se vacunan del tétanos, pero no de la triple vírica».

El problema de la globalización

Bonet alerta de que uno de los problemas actuales es «la movilidad que hay, la gran cantidad de gente que viene de otros países, que no está vacunada y que puede contagiar determinadas enfermedades». En Balears ya se ha dado el caso: «Hace un par de años hubo un brote de sarampión por este motivo en las islas. Afortunadamente la mayoría de la población estaba vacunada y no se extendió. La llegada de gente de fuera aumenta el riesgo de nuevas enfermedades».

El 97,6% de los niños baleares, vacunados contra la difteria. En 2014, el 94,8% de los niños baleares de 0 a 1 años fueron vacunados contra la difteria, según datos de la conselleria de Salud. Recibieron el preparado de antígenos de refuerzo (de 1 a 2 años) 11.018 pequeños, el 96,7% del total, mientras que a los 6 años volvieron a vacunarse 11.936 chavales (el 97,6% de la población de esa edad). En la adolescencia lo hicieron 8.812 jóvenes (el 83%).