Laura, Sergi, Álvaro, Anna e Iris son unos estudiantes sobresalientes y por eso han tenido la oportunidad de participar en los campus científicos de verano impulsados por la Obra Social ´la Caixa´, el Ministerio de Cultura y la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (Fecyt). En total, 7.890 alumnos de cuarto de ESO y primero de Bachillerato (16 y 17 años) de toda España optaron a conseguir una de las 1.808 plazas en algunos de los campus universitarios españoles de excelencia internacional.

La duración de los cursos era de una semana y en cada uno de los campus se desarrollaron cuatro proyectos de iniciación al conocimiento científico en distintas especialidades. Geología marina, la utilidad de las matemáticas en la vida cotidiana, criptografía, seguridad en Internet o energías renovables eran algunas de ellas. Los participantes eran seleccionados por orden de preferencia y de nota.

«Había cursos de muchísimas modalidades: ingeniería, matemáticas, bioquímica... incluso de arqueología. Los más difíciles para entrar eran los de ciencias de la salud, sobre todo el de medicina forense, porque todos los que participaban eran de 10», explica Álvaro Furlán, estudiante de primero de Bachillerato en el Instituto Sant Agustí. «La nota de corte se quedó en un 9,4 , que es súper alta. Nosotros pensábamos que con nuestras notas entraríamos segurísimo, pero luego te das cuenta que al final no entramos con tanto margen», añade Laura Gordillo, que pudo participar en el curso sobre geología marina en la Universidad de Vigo. A Álvaro le impacto sobre todo una charla sobre inteligencia emocional».

Los cinco jóvenes ibicencos han tenido la oportunidad de conocer a otros estudiantes de toda España e incluso hacer grandes amigos, como por ejemplo Anna e Iris. «Estábamos en residencias, no conocíamos a nadie, ni siquiera entre nosotras que éramos de Ibiza y ahora nos hemos hecho muy amigas», dice Iris.

Para todos ellos ha sido una experiencia inolvidable y todo un reto, no tanto por las cuestiones académicas, sino por el hecho de tener que separase de sus familias y lanzarse a un mundo totalmente nuevo.

«La verdad es que se me hizo un nudo en el estómago, era la primera vez que iba en avión solo y además estaba preocupado por lo que me iba a encontrar, por la gente que habría, porque no conocía a nadie, porque no había nadie de Eivissa...», recuerda Sergi, que el próximo curso estudiará primero de Bachillerato en el instituto Sa Colomina. Para los padres también fue un momento difícil: «Mi madre al principio decía bueno sí, vete, pero cuando se iba acercando la fecha cada vez le daba ´más cosa´», cuenta Iris.

En algunos casos, ya había precedentes familiares de participación en estos cursos. «Mi hermano también estuvo hace dos años en uno de estos campus de verano y me lo aconsejó», dice Anna. «En mi instituto no nos dijeron nada, fue mi madre, que trabaja en otro, la que vio la convocatoria», añade Iris. «A mí me avisaron tarde el año pasado, un día después de que se cerrase el tiempo límite. Entonces dije, pues lo dejo para el año que viene y así hice», señala Álvaro, que ya tiene muy claro que quiere estudiar ingeniería informática: «Cuando vi el campus, dije: esto es para mí», afirma entusiasmado.

A juzgar por sus notas y su ilusión, les espera un brillante futuro académico.