El Gumball 3000 terminará en Ibiza el 11 de junio próximo, pero el Consell tiene el compromiso de la organización de que no competirán por las carreteras de la isla. Se trata de un rally «no competitivo», según insisten en Gumball 3000 Entertainment, la empresa organizadora. A pesar de ello arrastra un largo listado de accidentes a toda velocidad, incluso un coche participante se dio a la fuga en Macedonia tras causar un accidente con dos víctimas mortales en 2007.

Los coches, lujosos deportivos de altísima gama en la mayoría de casos, desembarcarán del ferry que los llevará a Vila desde Denia, recorrerán el pequeño trecho que hay hasta el muelle comercial, donde quedarán expuestos para deleite de los isleños, según confirmaron ambas partes, tras la reunión que ha mantenido recientemente en Ibiza Elizabeth East, mánager de entretenimiento de la organización, con la consellera de Turismo, Carmen Ferrer.

La consellera explica que en este encuentro los representantes de la prueba le trasladaron que todo, incluso los participantes, «estarán controlados al máximo para evitar riesgos». «Hay determinado tipo de personajes que se salen de guion y los organizadores tratan de evitarlo. Se tendrán que comportar como Dios manda», insistió Ferrer, que defiende la voluntad de los promotores de hacer las cosas «lo mejor posible».

Ferrer admite que no está en manos de la institución prohibir la llegada de la caravana del Gumball 3000, a pesar de que se puso al día de su trayectoria antes de la reunión, porque no deja de ser «un evento privado» que se celebrará independientemente del apoyo del Consell, que no han pedido. «No sé hasta qué punto podemos intervenir si deciden hacer un viaje hasta la isla», insiste.

La noticia le llegó a Ferrer en la última feria de Londres, en noviembre pasado, por boca de Lucinda Cooper, mánager del rally creado por Maximillion Cooper, diseñador y exmodelo con 50 millones de libras en su cuenta corriente. Se trata de una competición para ricos -participar este año cuesta 40.000 libras (casi 50.000 euros), coche aparte- y famosos a bordo de supercochazos de ensueño, aportados por los participantes. El problema es que se trata de un rally que se desarrolla en las carreteras convencionales y entre el tráfico ordinario. Por ello no piden ningún tipo de autorización para su desarrollo y así, las autoridades tampoco adoptan medidas extraordinarias para prevenir cualquier percance.

Desde Gumball 3000 Entertainment se lavan las manos de cualquier responsabilidad sobre una prueba en cuya parrilla de salida hay coches que superan en segundos los 300 kilómetros por hora. Afirman que actualmente se insta a sus participantes a conducir con precaución y «se les hace firmar un acuerdo legalmente vinculante» por el que entienden que se enfrentan a su posible expulsión si no se comportan. «No animamos a correr ni la temeridad al volante», explica a través de e-mail Elizabeth East, que afirma que los excesos son cosa del pasado. Aunque no demasiado remoto: solo en su anterior edición tres superdeportivos acabaron estrellados en alguna cuneta de Europa.

Lo cierto es que Gumball arrastra un polémico historial en el que abundan los accidentes, las infracciones al volante y los excesos en un evento de cinco días y alrededor de 5.000 kilómetros de recorrido -o 3.000 millas, de ahí el nombre- en el que se mezclan la fiesta y la velocidad con mucho dinero de por medio: Además de la morterada que paga cada participante a la organización, Maximillion explota una muy lucrativa línea de ropa y merchandising, además de patrocinios de varias marcas multinacionales. Y eso sin contar los coches.

Entre la flota se han visto verdaderas joyas, algunas efímeras, como el exclusivo Lamborghini Murciélago LP670-4 Superveloce, serie limitada de la que solo se han fabricado 350 unidades a 350.000 euros cada. Una de ellas se estampó el año pasado en Suecia contra un árbol con sus 670 caballos. También quedaron siniestro total al menos un Porsche 997 (unos 200.000 euros) y un Ferrari 458 Italia (230.000 euros la versión cupé), en Austria y Letonia, respectivamente, aunque estos son coches más ´ordinarios´. La organización atribuye estos siniestros al mal tiempo en dos de los casos y a la rotura de una caja de cambios en el último: «Los otros 120 coches cruzaron si problemas la meta, en Mónaco», añade.

Lucinda Cooper comunicó en Londres a la consellera de Turismo y al alcalde de Santa Eulària, -no pidió autorización para ello «porque no la necesitan al tratarse de un evento privado», según reitera Ferrer a esta redacción- que tienen la intención de terminar la competición este verano en la isla. El 11 de junio. Los organizadores tan solo requieren la colaboración de las instituciones locales para la parada de los deportivos que van a participar.

Los participantes en el Gumball se alojarán en el hotel Destino durante su estancia, pero los coches no pasarán del puerto: «Bajarán del ferry, a través de la Marina hasta los Andenes», detalla East, donde se expondrán «al menos 24 horas». Espera que Carmen Ferrer o la alcaldesa de Vila «den la bienvenida» a los participantes entre los que, como es habitual, habrá alguna celebrity.

Recepción en el puerto

Ferrer, que no confirma si habrá discursos, admite que este acto puede dar a entender que el rally cuenta con el beneplácito del Consell, pero recuerda que se desarrollará en la zona a cargo de la Autoridad Portuaria. También recoge los ejemplos de ciudades que han acogido la caravana de Gumball con gran éxito de público, como en Ámsterdam, «para enseñar los coches y marcharse».

East no quiere adelantar detalles aún, pero afirma que habrá «algún dj de renombre». Para «aliviar cualquier preocupación», la flota estará escoltada por la Policía en el pequeño recorrido por el puerto, «con lo que habrá cero posibilidades de correr», insiste.

Pero además de la espectacular imagen de los alrededor de 150 coches de lujo que normalmente toman la salida de una Gumball 3000, hay otra foto, esta quizás más borrosa, de esos mismos cochazos disparados a toda velocidad sin demasiado miramiento con las normas de tráfico del país que toque atravesar, como presumen sus participantes en numerosos vídeos en Internet.

La consecuencia más trágica de la prueba en la que los participantes rozan la temeridad ocurrió en 2007 en Macedonia. El Porsche 911 Turbo Techart de Nicholas Morley embistió a más de 160 kilómetros por hora, según la Fiscalía, al Volkswagen Golf del matrimonio de jubilados formado por Vladislav y Margarita Cepunjovski. Él falleció de camino al hospital, mientras que su esposa murió dos días después. Morley y su copiloto, Matthew McConville, huyeron del lugar sin asistir a los heridos a bordo del coche de otro participante y fueron interceptados por la Policía en la frontera, según informaron profusamente diversos medios británicos.

Morley fue arrestado y puesto en libertad una fianza de 20.000 euros, pero trató de huir de nuevo en un jet privado, por lo que se le ingresó en prisión. Finalmente fue condenado a dos años de cárcel por ambas muertes, pero se suspendió el cumplimiento de la pena y se le puso inmediatamente en libertad. Los organizadores del Gumball tardaron dos días en suspender el rally, que Alemania y Turquía prohibieron tras estos hechos. East dice que el retraso se debió a que la Policía no les informó, a su vez, de lo que había pasado. Y para cuando lo hizo, la caravana de cochazos ya había cruzado varios países. «Cuando conocimos el verdadero alcance de la situación, se canceló», reitera East.

No es el único caso en que los participantes tiran de su fortuna para tratar de escurrir algún bulto. Kim Dotcom, multimillonario arrestado -y hoy en libertad- por la presunta piratería masiva auspiciada a través del portal de Internet Megaupload, clausurado, es casi un fijo de esta prueba y hace algunos años explicó que en Cataluña le pararon por un exceso de velocidad de 50 kilómetros por hora. Trató de sobornar a los Mossos d´Esquadra -que le multaron con 315 euros por esa única infracción- aunque le podían «haber enviado a la cárcel 10 años por todo lo que había hecho», según admitía él mismo en un vídeo. En Francia, dos ricos participantes buscaban cambio para pagar la multa y seguir el rally. Solo tenían billetes de 100 euros.

En un foro en Internet de agentes de la Policía autonómica catalana varios mossos se quejaban de la tolerancia fuera de su territorio con esta prueba, aunque se ha perseguido a sus participantes con auténticas cacerías organizadas en Holanda y Lituania, por ejemplo. En el primer caso 18 coches patrulla y siete de paisano solo pudieron atrapar a siete participantes. En Alemania, el único año en que se toleró su paso se escoltó a la caravana de gumballers hasta salir del país. Un mosso explica cómo un Lamborghini Diablo le adelantó por la derecha en una autovía y que la patrulla no pudo darle alcance. Quizás lo conducía el exvigilante de la playa David Haselhoff, el ´pianista´ Adrien Brody, la modelo Kate Moss, el mismísimo transporter Jason Statham, el rapero Xzibit o el quasi ibicenco David Guetta, entre la larga lista de famosos que han formado parte de la carrera en una o más ocasiones, además de pilotos como Jenson Button, Kimi Raikkonen o Damon Hill, o bandas al completo como los Happy Mondays, Placebo y la troupe de ´Jackass´, que incluso rodó una película con sus peripecias en carrera.

Premio por destrozar un Rolls

Otros como el duro del cine Michael Madsen no pudieron participar hasta el final. En su caso, después de que la Policía retuviera el coche en el que iba como acompañante, según informó la organización.

Para hacerse una idea de la filosofía que ha acrecentado la leyenda del rally, el premio Spirit, que distingue a los participantes que más encarnan el talante del evento, se entregó en 2006 al trío formado por Damian Williams, Richard Blackburn y Ezra Chapman. Su mérito: estamparon un Rolls Phantom (450.000 euros el modelo básico) de camuflaje a 260 kilómetros por hora al norte de Belgrado, recorrieron más de 500 millas en taxi para completar la etapa en Tailandia de aquel año y recibieron un nuevo Phantom en Utah (EE UU) con el que pudieron terminar el Gumball en Los Ángeles. Los organizadores exhibieron toda su ironía en 2004 al entregar el premio a la seguridad al equipo Torquenstein, por sobrevivir a un espantoso accidente a alta velocidad a bordo de un Dodge Viper (650 CV a más de 100.000 euros) en Marruecos.

De nuevo, East asegura que se trata de incidentes «de los inicios» aunque aún hoy afecten a la «reputación» del rally, que cumplirá su décimo sexta edición y es, según sus palabras, «una respetada aventura de conducción de alto nivel». «El porcentaje de incidentes -que tratamos de desalentar y evitar denodadamente- son extremadamente, extremadamente bajos comparado a los cientos de coches que tienen una aventura internacional segura, divertida y apasionante», afirma. Incluso han creado una fundación benéfica que colabora con la Federación Internacional del Automóvil.

El evento, en teoría, no tiene carácter competitivo, lo informa su web y lo reiteran los organizadores, pero ¿quién se resiste a pisar a fondo cuando conduce un superdeportivo capaz de superar los 300 por hora holgadamente en muy pocos segundos? De hecho, en el Gumball de 2003 se registró la que hasta ahora es la multa por el mayor exceso de velocidad documentado en todo el planeta: un Koenigsegg CC8S fue ´cazado´ en Texas a 389 kilómetros por hora en una zona limitada a 120. Y por semejante hazaña el conductor logró además un premio de los organizadores, que no pudo recoger porque la Policía le había confiscado el coche.