Los hoteleros de Sant Antoni, «cansados de la delincuencia en la calle por la noche y de ataques a turistas», han decidido «coger el toro por los cuernos» –según afirmó el nuevo presidente de la patronal pitiusa, Roberto Hortensius– y contratar a vigilantes privados para que patrullen calles y establecimientos al objeto de reprimir desórdenes y alteraciones de la convivencia pública.

Esta medida, sin precedentes en la historia turística balear, tiene su origen en el reconocimiento de que las fuerzas de seguridad «están desbordadas y no dan más de sí», manifestaron los dirigentes hoteleros Roberto Hortensius y Juanjo Planells, algunos de los impulsores de la iniciativa.

En total, casi 40 empresarios hoteleros del núcleo urbano de Sant Antoni han decidido aportar dinero de su bolsillo para «complementar» la labor de la Policía Local y la Guardia Civil, cuerpos de los que aseguran «no tener queja», pero «son los que son y no dan abasto», recalcan los hoteleros.

De momento, operan en las calles de Sant Antoni cuatro «agentes cívicos» o «serenos», como llaman los hoteleros a estos vigilantes, que están en activo desde las 12 de la medianoche hasta las siete de la madrugada. Formando patrullas de dos personas cada una, recorren el casco urbano –salvo el West End y el Passeig de ses Fonts– provistos solo de linternas y walkie-talkies, «pero sin armas de ningún tipo», detalla Hortensius.

Su actividad consiste en recorrer hoteles y calles y, cuando observan alguna situación de desorden, exceso de ruidos, prostitución callejera o peligro «llaman a la policía para que intervenga, y esta viene en el acto». La medida empezó a ponerse en práctica a partir del pasado 21 de junio y los resultados, a tenor de las explicaciones de los propios hoteleros, han sido muy favorables.

«El tema de los ruidos o la prostitución de mujeres africanas se ha parado bastante», afirma Hortensius, que en otro momento va más allá y asegura que los problemas de delincuencia y convivencia «se han cortado de cuajo» en un mes. «Los residentes de estas zonas nos están felicitando», asegura Juanjo Planells.

«La idea es contratar más el año que viene, porque el objetivo es que Sant Antoni sea un lugar seguro y tranquilo», añadió Planells, quien explicó que la medida es conocida por el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Sant Antoni y por los cuerpos policiales.

Tanto él como Roberto Hortensius aseguran que la ley impide a ayuntamientos como Sant Antoni aumentar su plantilla de policías locales y, en cuanto a la Guardia Civil, aseguran que la zona de Platja d´en Bossa genera cada vez más problemas que requieren la atención de los agentes.

Los vigilantes pertenecen a una empresa del sector, «aunque no son guardias jurados», matizan los hoteleros. Sobre el tema de la prostitución, estas patrullas «consiguen que estas mujeres no se sientan cómodas» en la vía pública, mientras que en el caso de fiestas en los balcones con peligro de caídas «los agentes rápidamente las paran».

También ayudan a aquellos turistas «que no logran encontrar el hotel» después de una noche de fiesta a llegar al establecimiento en condiciones de seguridad.

Asimismo, «van de hotel en hotel para ver si alguien necesita ayuda», agregan los empresarios, que debatieron los resultados de esta iniciativa en su última asamblea general del viernes en Sant Antoni.

Las claves

BALANCE

La conflictividad «se ha cortado de cuajo», según los hoteleros

Los hoteleros que han impulsado esta iniciativa aseguran que en lo que va de verano la conflictividad en las zonas donde patrullan los vigilantes «se ha cortado de cuajo», motivo por el cual tienen previsto repetir la experiencia en próximos veranos.