Todo se resume en cambiar la mente. Este es el mensaje que la monja budista Guen Chokga, directora espiritual del Centro Kadampa España, transmitió anteanoche en el Club Diario a las más de 200 personas que abarrotaban el auditorio y se acomodaban también en el exterior del mismo para seguir el acto a través de una pantalla de circuito cerrado.

El secreto para vivir en paz con uno mismo, según la religiosa budista, es transformar la mente propia para afrontar cualquier tipo de adversidad vital, sea esta de la índole que sea. «Siempre pensamos que el problema está fuera y tratamos de cambiar lo de fuera, pero así nunca cambiaremos nuestra mente», señaló. Como ejemplo cotidiano, se refirió a una avería del coche. El origen del problema que al dueño le causa esa avería no es ese fallo mecánico, sino cómo lo asume la mente, que debe adoptar una postura positiva y no ver ese contratiempo como ningún problema. «El budismo no quiere cambiar los problemas exteriores, sino las mentes», recalcó.

Pero el pensamiento debe «adiestrarse» y ello se logra, según dijo Guen Chokga, mediante la meditación, ejercicio que deparará al ser humano un equilibrio interior y una paz que le permitirá vivir libre de problemas internos o «perturbaciones mentales», como las llamó.

La meditación consiste en «pensar solo en cosas virtuosas» y no de forma espontánea o breve, sino mediante una práctica continuada e intensa. Refirió el caso de su guía y padre espiritual Gueshe Kelsang Gyatsu, «que se pasaba todo el tiempo meditando». «Es un experto en parar los malos pensamientos; solo los tiene de tipo virtuoso», aseguró.

Para ejercer el «pensamiento virtuoso» no es necesario ser vegetariano o abandonar la bebida, aclaró, pues simplemente es preciso «cambiar la mente».

Es a través de la meditación y la eliminación de las «perturbaciones mentales» como una persona puede llegar a alcanzar el estado de nirvana o iluminación, que consiste en la total y absoluta ausencia de pensamientos adversos.

Para este fin es importante el desarrollo de la paciencia, que «no es aguantar todo y callar, sino aceptar de corazón» las circunstancias.

El acto finalizó con una sesión colectiva de meditación que sumió a todo el público en un estado de silenciosa introspección.