­Las diferencias entre dirigir, gestionar y liderar. Es lo que aprendieron la noche del viernes las más de 120 personas (casi todas relacionadas con el mundo de la docencia) que asistieron a la conferencia ´El lideratge a l´àmbit educatiu´, del director de la cátedra de liderazgo de Esade y la Universitat Ramon Llull, Àngel Castiñeira.

La charla, celebrada en el Club Diario de Ibiza, inauguró la edición de este año del ciclo ´Parlant d´educació´, organizado por la Associació Pitiüsa per a la Renovació Pedagògica (Aprep), y contó con la presencia del director general de Ordenación, Innovación y Formación Profesional de la conselleria balear de Educación, Onofre Ferrer, que señaló que los maestros, más que transmisores de conocimiento, deben ser constructores. En su presentación, el director del Centre de Professors d´Ibiza, Ernest Prats, tuvo un recuerdo para el desaparecido Ildefons Juan Marí, que hasta el año pasado ayudó a organizar el ciclo.

Castiñeira explicó que los profesores que han ejercido como directores comparan esta labor con la de apagafuegos, bomberos, ser un colchón para amortiguar los golpes, ejercer de filtro, hacer de cartero o emular a Pepe Gotera y Otilio. Además, destacó que todos ellos sufren el que llamó «síndrome del corazón partío», ya que se encuentran divididos entre la gestión y la docencia, que van abandonando a medida que dirigir el centro les ocupa más tiempo.

«Esto es como los bailarines del ballet Bolshoi: si un día no practicas no se nota, si no practicas dos días lo notas tú y cuando dejas de practicar tres días lo nota el público», señaló el conferenciante, que aseguró que la de director de un centro es una labor poco reconocida que «muy poca gente» quiere asumir.

«Liderar es más un arte que una técnica», indicó Castiñeira, que afirmó que dirigir un centro puede ser, en función de cómo se aborde, apagar fuegos o construir una catedral. Además, destacó que asumir esta tarea «implica un cambio de estatus y un distanciamiento de los compañeros». «El director se queda aislado y solitario, no solo cambia de rol, es que ese rol transforma», añadió antes de detallar las diferencias entre gestionar (tener un plan), dirigir (gestionar más gobernar) y liderar (tener un proyecto, un sueño, que los demás reconozcan y sigan). Castiñeira reconoció que en el caso de las escuelas públicas, los directores tienen poca capacidad de dirigir. «Solo si los centros tienen una persona potente y mucha fuerza de voluntad pueden conseguirlo», lamentó. «Liderar es sudar tinta», ironizó.

El conferenciante explicó que se puede aprender a dirigir, pero que es mucho más complicado aprender a ser líder. «Para dirigir hace falta una persona con la cabeza bien amueblada, con control y capacidad de supervisión. Para liderar hace falta alguien que no trabaje solo la cabeza sino también el corazón», indicó.

Castiñeira afirmó que en estos momentos los centros educativos necesitan un cambio y se enfrentan a la complejidad de hacerlo con pocos recursos. «Sin liderazgo no podemos solventar los procesos de cambio», indicó. El experto alertó, sin embargo, del peligro de separar el liderazgo de la gestión: «Los líderes que no gestionan no saben lo que está pasando». Castiñeira destacó la importancia de saber involucrar a la gente en los proyectos. «No es lo mismo pensar que estás picando piedra que pensar que estás ayudando a construir una catedral», concluyó.