«En el barrio hay siete molinos reconocidos oficialmente como Bien Catalogado, el del Portxet está incluso decorado con iluminación navideña, pero hay otros que están en muy mal estado y, si no se reparan, se caerán», explica Mari Carmen García, presidenta de la asociación. «El Consell y el Ayuntamiento de Ibiza no nos pueden apoyar económicamente. Ya lo solicitamos a los anteriores equipos de gobierno y nos explicaron que no hay dinero. Tenemos que conseguir patrocinadores», señala. Para lograrlos, una de las comisiones de esta agrupación ha contactado ya con varios empresarios de discotecas, aunque cualquier patrocinio será bien recibido: «Arreglarlos es muy caro».

Encontrar patrocinadores no es la única labor que tendrán que acometer los vecinos de la zona, también deberán conseguir convencer a algunos de los propietarios de estas construcciones. «Alguien tiene que asumir el gasto de poner las aspas y un casquete a los molinos. Ya presentamos un informe al Consell, pero está paralizado a falta de que encontremos a alguien que realice el desembolso necesario», puntualiza esta vecina des Molins.

Reivindicaciones

La asociación, que nació hace tres años, prepara un escrito que entregará al Ayuntamiento de Ibiza con un balance de los trabajos que ha ejecutado en este periodo y una lista que incluye sus reivindicaciones pendientes. «Pedimos cosas facilitas, dada la situación económica de todas las instituciones», apunta García.

Uno de los caballos de batalla de los vecinos de Puig des Molins es la creación de un parque infantil y una zona verde. Inicialmente, solicitaron al Consistorio que habilitara uno en el solar situado junto al Observatorio. «Nos dijeron que era muy peligroso y descartamos esa ubicación, aunque ahora están arreglando esa zona por su cuenta, nos han dejado fuera», critican desde la asociación vecinal.

Tras desechar ese emplazamiento, sugirieron construir el parque en una zona arqueológicamente no válida de la parcela del Museu de Puig des Molins. «Había que solicitarlo al Ministerio de Cultura y la idea se quedó ahí. Lo cierto es que el barrio es muy grande, pero no tiene piscina, ni polideportivo, ni ningún otro equipamiento. Pedimos que nos hagan, al menos, un parquecito, pero alguien tiene que ceder los terrenos y, por ahora, hemos obtenido la callada por respuesta», señalan los representantes de Puig des Molins, cuya concejala de barrio es la alcaldesa, vecina también de esta popular zona de Vila.

Los vecinos llevan tiempo reclamando que se concluya la urbanización de las calles Jacinto Verdaguer, José Picarol y Ramon Llull, que confluyen en la misma plazoleta. «Son líneas rectas cuya urbanización no se finalizó; desde la calle Al Sabini hasta la plazoleta del hotel Cenit hay tramos que no se sabe qué es aquello. Se han convertido en verdaderos vertederos: el caca-can del barrio, donde la gente saca a sus perros», denuncia García.

La agrupación vecinal reclama también una barandilla para facilitar la movilidad de los ancianos en el último tramo de la calle Jacinto Verdaguer y una limpieza de los imbornales del barrio, «que están llenos de tierra y hasta han crecido plantitas en ellos». «Hay por medio cables, tubos y muchos detallitos en los que nadie pone orden porque unos dependen de Gesa, otros de Telefónica…», lamentan los vecinos del barrio, que comprueban como prácticamente nadie les ayuda a recuperar una zona que merece más atención de la que recibe en la actualidad.