Los notarios dan fe: la crisis y, especialmente, el estallido de la burbuja inmobiliaria han provocado que sus actividades ligadas a la construcción se hayan reducido en un 50% desde el año 2008. Desde entonces, las operaciones hipotecarias en las que han intervenido han caído año tras año entre un 10 y un 15%, según todos los profesionales consultados: «Es progresivo, un goteo permanente. Y sigue, no sabemos hasta cuándo», advierte la notaria María Victoria Tejada Chacón.

Uno de los principales notarios de la isla, que prefiere mantener el anonimato, considera que «la actividad ha descendido clarísimamente, tanto entre particulares como respecto a la actividad financiera, desde el segundo semestre de 2008». «Hasta julio de 2008 –añade– desde Ibiza veíamos perplejos cómo la Península entraba en clara recesión. Compañeros de notarías de la zona de Levante y de Madrid que habían tenido una actividad frenética hasta la primavera de 2007, prácticamente de la noche a la mañana vieron cómo su actividad empezaba a caer en picado. Aquí no notamos nada hasta agosto de 2008, cuando empiezan a desaparecer aquellas operaciones que se realizaban otros años con alegría con extranjeros que adquirían fincas y bienes inmuebles como segundas residencias de veraneo». A su juicio, desde esa fecha hasta la actualidad se ha registrado «una bajada acumulada del 40%, con rebajas anuales de entre un 10 y un 15%».

«Estábamos todos asustados porque el movimiento que hubo desde los años 2002 a 2004 era demasiado. Aquello no era normal y ahora la balanza está en el otro lado, hasta que llegue el equilibrio. Ahora no vendemos el exceso del pasado», explica la notaria María Eugenia Roa, que calcula que «del año 2009 al 2010 la actividad bajó un promedio de un 15%, y del 2010 al 2011, más o menos igual». «Pero teniendo en cuenta que hay notarías en Madrid, Barcelona y Valencia que han bajado un 40 o un 45% al año podemos decir que nos ha ido muy bien», se consuela.

Alto ´standing´ y garajes

María Victoria Tejada también ha notado «muchísimo» la crisis en sus ingresos, que se han reducido «entre un 50% y un 60% respecto a 2007». En su notaría «ahora solo se firma y se vende alguna casa de alto standing, de dos o tres millones de euros, comprada sin hipoteca ni nada», a tocateja. «Y también algunos garajes, que los adquieren los del mismo edificio y que se los están quitando de encima las promotoras a precios baratos. Además se dan algunos préstamos, pocos, normalmente al propio empleado de banca por su propio banco o se conceden a algún funcionario, siempre que esté bien avalado. Eso no quiere decir que no se den también a otras personas, pero por valores muy bajos y a muy pocas. Y siempre que la operación esté muy avalada», indica la notaria.

Las notarías ya no son lo que eran en los años de la burbuja inmobiliaria, cuando sus recibidores estaban siempre repletos de gente ansiosa por que llegara su turno para plasmar su firma en una hipoteca: «Este año hemos tenido semanas en las que realizábamos tres o cuatro operaciones de compraventa, cuando en el año 2007 hacías 20 en una semana. La diferencia es enorme», afirma el notario que guarda el anonimato. En aquella época de bonanza incluso llegó a aumentar el número de notarias: dos más establecidas, precisamente, en dos de las zonas donde más se ha construido en la última década, Sant Jordi y Jesús. No parece casual.

Este mismo notario considera que «hay algo de psicológico en lo que sucede; es como lo que les ocurre a los bisontes: cuando la cabeza de la manada va hacia un lado, todos van hacia allí.

Es como si en todos se hubiera instalado el pesimismo, aquella paradoja de que si crees que algo va a ir mal, irá peor». Lo que le deja «perplejo» es lo que le cuentan tanto sus clientes como las entidades financieras: «Hablo con representantes de entidades de crédito y me dicen que tienen dinero pero que nadie va a pedírselo. Pero los clientes me cuentan que van a pedirlo y no se lo dan. ¿Qué está pasando aquí?», se pregunta.