El retrato de Margalida Llogat, pintado por el artista Carlos Genicio, cuelga desde ayer el salón de plenos de Sant Josep. A su lado, los otros hijos ilustres del municipio: el diputado José Ribas; el maestro, periodista y poeta Pere Escanelles, y el párroco y astrónomo Vicent Serra i Orvay. Dos mujeres, sus nietas Marina y Neus, han descubierto su rostro, oculto tras una cortina de terciopelo, después de que Joan, uno de sus hijos, apenas pueda recordar a su madre. «Estoy muy emocionado», justifica aguantando las lágrimas. En la segunda fila (la primera, aún vacía, está reservada para que los políticos puedan ver más tarde el documental sobre la sindicalista) la familia y la mejor amiga de la homenajeada, Francisca Clapés, intentan no llorar. Todo un contraste con los primeros minutos del acto, en los que el alcalde, Josep Marí Ribas Agustinet, y la concejala de asuntos sociales, Pilar Ferrero, han desgranado los números de reglamentos y fechas de aprobaciones.

«Es un orgullo y satisfacción», comienza, como si el retrato del rey Juan Carlos que tiene a su espalda hubiera tomado posesión de su boca, Agustinet, que explica que Margalida Llogat nació en Sant Francesc de ses Salines, que su abuela ya sabía leer y escribir, que comenzó a trabajar en la fábrica de calcetines de Can Ventosa a los 15 años y que fue encarcelada al comenzar la guerra por animar a sus compañeras a sumarse a la huelga para reivindicar sus derechos. El alcalde destaca la «presión» que debió sentir Margalida en aquella época y asegura que su labor por la igualdad de las mujeres tuvo «doble o triple mérito».

«Era una mujer muy avanzada», afirma su hijo Joan, que recuerda a su madre como una mujer «seria, de pocas palabras», pero que jamás «habló con rencor» de lo que vivió, concluye su breve discurso, interrumpido por los aplausos de las cerca de 200 personas que abarrotan el salón de plenos de Sant Josep, en su mayoría mujeres. La voz del alcalde apenas se oye: «Queda nombrada Hija Ilustre de Sant Josep Margalida Llogat». El público se pone de pie, suenan la flaüta y el tambor y los políticos se levantan, raudos y veloces, a ocupar sus asientos en la sala antes de que se apague la luz y la vida de Margalida Llogat llene la pantalla: su infancia en ses Salines, su trabajo en la fábrica, sus conferencias sobre derechos en el local del sindicato, la multa de 4.665 pesetas que no pudo pagar su familia, la expropiación de las tierras para pagar esa multa, sus años en prisión, las visitas que no le prohibieron durante el encarcelamiento, la muerte de su madre a las puertas de la cárcel, el regreso a Ibiza… «Solo se hará justicia cuando devuelvan las tierras que le quitaron a la familia», señala Fanny Tur, investigadora de la vida de la sindicalista, en el vídeo. «He sufrido más por ella que por mi familia», asegura Francisca Clapés en la última frase del documental.