La necrópolis de época romana descubierta en el solar donde se construye el nuevo hospital de Can Misses ya ha sido desmontada y arrasada a la espera de que parte de las tumbas y estructuras de cremación se reconstruyan o reproduzcan en una nueva ubicación, a apenas unas decenas de metros de su emplazamiento original. El cementerio romano, que se empleó desde el siglo I d.C. hasta el IV d.C., según los arqueólogos que han efectuado la excavación del yacimiento, Joan Roig y Josep Torres, ocupaba una extensión de 140 metros cuadrados y estaba formado por 34 tumbas y crematorios de distintos tipos. La excavación se llevó a cabo durante el pasado verano.

De todas estas estructuras, 12 podían ser desmontadas total o parcialmente. Las lajas de piedra que recubrían las paredes de las tumbas recuperables han sido desmontadas y numeradas para su posterior reconstrucción. En su conjunto, se trata del grupo funerario de su género (tiene estructuras tanto de cremación como de enterramiento) «más amplio, más completo y mejor conocido ahora mismo en Ibiza», según destaca el informe que los arqueólogos presentaron al Consell.

La planta de psiquiatría prevista en el nuevo complejo hospitalario afecta a una esquina de la necrópolis (ver plano). Por ello, ante «la imposibilidad de desplazar el edificio», según el director insular de Patrimonio, Josep Maria López Garí, la Comisión de Patrimonio (Ciotupha) acordó trasladar el yacimiento reconstruyendo y reproduciendo las estructuras funerarias. El nuevo emplazamiento se sitúa detrás de la casa payesa es Porxet de sa Joveria, que se rehabilitará e integrará en el hospital aunque aún no se ha decidido qué uso se le va a dar.

El proyecto presentado en el Consell de la ´mudanza´ de la necrópolis apunta que se respetará la dimensión y orientación original de las estructuras. La mayoría de las tumbas estaban orientadas en la línea este-oeste, lo cual, según los arqueólogos, responde a «las creencias sobre la muerte y resurrección de la sociedad que construyó el cementerio».

Necrópolis rural familiar

Los arqueólogos señalan en su informe del hallazgo que se trata de una necrópolis familiar asociada a la explotación agraria de la vid descubierta también en esta zona. Las excavaciones arqueológicas previas a la construcción del nuevo centro hospitalario pusieron al descubierto la huella de zanjas de cultivo en una extensa área de casi 6.000 metros cuadrados que fueron documentadas antes de ser eliminadas.

No se han detectado en el solar vestigios estructurales de la domus (la casa romana de familias con cierto nivel económico asociada a la parcela), pero los arqueólogos no descartan que pueda encontrarse en las proximidades.

De los restos hallados, los arqueólogos también consideran que los distintos rituales de enterramiento parecen obedecer más «a una cuestión cronológica que jerárquica», en referencia a las posibles diferencias entre señores y esclavos. De hecho, los dos expertos apuntan en su informe que piensan efectuar un estudio antropológico para obtener datos sobre las llamadas «patologías de estamentos» a través de las malformaciones óseas que pueden presentar los huesos hallados por el reiterado esfuerzo físico o por mantener una vida sedentaria. En una misma cavidad, se han hallado los restos de hasta tres individuos distintos, lo que evidencia, según Roig y Torres, que algunas tumbas fueron siendo reutilizadas y se usaron como osario.

Asimismo, en la excavación de la necrópolis se desenterró un antiguo camino de época tardopúnica y romano, que constituía «un eje vertebrador», con orientación norte-sur, de los yacimientos arqueológicos hallados en Can Misses (tanto el cementerio como el cultivo de la vid). Se conservaba un tramo de 76 metros del camino con una anchura de entre 2,15 y 2,50 metros. Aparecieron las marcas de las ruedas y restos de dos muros que lo flanqueaban.

Reproducción del camino

El proyecto de propuesta de traslado del yacimiento apunta que es posible reproducir en el nuevo espacio un tramo de unos seis metros de este elemento, con unos muretes laterales de piedra seca. Esta parte del yacimiento mejorará la comprensión didáctica de la necrópolis, según los expertos, ya que este límite físico separaba las tumbas del espacio donde se ubicaban los crematorios.

Las tumbas de incineración secundaria (siglo II d. C.) donde se depositaban las cenizas eran pequeños orificios en la tierra o la roca. La mayoría se eliminaron durante el proceso de excavación del yacimiento. Previamente fueron documentadas, lo que permitirá su reproducción en el nuevo emplazamiento. Dentro del mismo grupo de estructuras funerarias han aparecido cinco ustrinas. En su informe, los arqueólogos explican que se trataban de estructuras excavadas en el suelo con planta rectangular u ovalada, cuyas paredes han aparecido quemadas y alteradas por la acción del fuego. En estos orificios se colocaba la pira funeraria con el difunto. Al acabarse la combustión, las familias recogían meticulosamente las cenizas para depositarlas en las tumbas de incineraciones secundarias situadas al otro lado del camino. De las cinco ustrinas desenterradas, los arqueólogos consideran que solo se pueden reproducir dos, «las más grandes y mejor conservadas».

La olla norteafricana

Los enterramientos de los cadáveres (inhumaciones) se llevaban a cabo en fosas simples o cistas (siglo III-IV d.C.). La diferencia de ambas tipologías estriba en si disponen o no de lajas de piedra de arenisca recubriendo sus paredes internas. Ambos tipos estaban originalmente cubiertas por diversas losas de piedra. Muchas de estas tapas se habían perdido, ya sea por la reutilización de la piedra en los bancales de la zona o el expolio de los sepulturas desde época antigua, según explican los arqueólogos. El proyecto señala que se pueden reproducir estas tumbas añadiendo sus cubiertas.

Aparte de las tumbas se han recuperado importantes ajuares funerarios compuestos principalmente por lámparas, platos de tierra y ungüentarios de vidrio. Como de estos objetos existen réplicas de calidad en el mercado, los arqueólogos proponen integrar en la nueva necrópolis copias en su posición original. Entre los elementos descubiertos, destaca una olla norteafricana que se utilizaba como urna funeraria. En este caso, también se plantea la reproducción de un contenedor similar al hallado.