Una decena de embarcaciones de lujo de entre diez y 14 metros de eslora ardieron ayer en la zona de Can Bellotera de Sant Josep en un incendio, cuyas causas investiga la Guardia Civil, declarado en torno a las seis de la tarde de ayer en el solar que emplea una náutica para el depósito de embarcaciones durante el invierno. El humo ocasionado por la combustión de la fibra de los cascos provocó una espesa columna negra que llegó hasta Ibiza empujada por el fuerte viento de poniente. La columna, acompañada de un intenso olor a plástico quemado, era tan densa que redujo la visibilidad en la carretera de Sant Josep hasta la altura del fuego, en las inmediaciones del Club de Campo.

Debido a la proximidad con las instalaciones deportivas, desde el Ayuntamiento se aconsejó desalojar las pistas, en las que había más de 150 personas, sobre todo niños que a esa hora se hallaban dando clases de tenis, además de varios jugadores de pádel, informaron fuentes de la dirección del club que permanecieron en el recinto.

Jorge, el primer policía local que llegó al solar, explicaba que las llamas se extendieron «enseguida» por los cascos de fibra hasta alcanzar una gran altura. En el solar en el que se iniciaron las llamas había una docena de embarcaciones de media eslora, algunas con un valor superior a los 800.000 euros y algunas lanchas de menor tamaño. La mayoría llevaban allí solo tres semanas, según explicó Martin Schmocker, arrendatario de los terrenos, que a su vez subarrendó el solar donde se inició el fuego a la náutica Amo Yachts –cuyo responsable tardó varias horas en llegar a la zona– .

Schmocker estaba pendiente de que las llamas no se extendiera al resto del terreno, donde se hallan los barcos de su propia náutica, algunos de más de veinte metros de eslora, mientras los yates de su vecino ardían hasta la última molécula de fibra sin que los bomberos pudieran hacer demasiado por evitarlo. A pesar de las toneladas de espuma y agua que echaron sobre las llamas, éstas se reavivaban una y otra vez animadas por el vendaval.

Según testigos de los hechos, un primer camión cisterna llegó a los pocos minutos de iniciado el fuego por un camino paralelo a la carretera y quedó averiado sin poder bombear agua cuando las llamas solo afectaban a una de las embarcaciones. Desde el Parque Insular admiten la avería, aunque aseguran que ésta no alteró la extinción porque se desplazaron otros cuatro vehículos. Schmocker asegura que a la entrada del recinto donde estaban los yates no llegó ningún bombero hasta «una hora y media después» de dar el aviso: «Había un pequeño vehículo con una cisterna que tardó diez minutos en quedar seca», aseguró indignado.

El solar está atravesado por una línea eléctrica aérea y para evitar que el fuego la alcanzase se cortó el suministro eléctrico. En un primer momento, durante cinco minutos, el apagón afectó a una amplia zona de Sant Jordi. El fluido se restableció tras aislar la zona más próxima al transformador de la náutica.

Aunque no se registraron explosiones, Schmocker explicó que es habitual dejar algo de combustible en los depósitos –con lo que éstos pudieron acelerar la combustión– incluso «hay quien los deja llenos para evitar que les entre agua», esperando que no fuera el caso.

El alcalde accidental de Sant Josep, Josep Antoni Prats, se trasladó a la zona para conocer el alcance de lo sucedido aunque explicó que aún no hay una hipótesis de las causas del fuego.

La espectacularidad de las llamas hizo congregarse a una multitud de curiosos en las inmediaciones, por lo que la Guardia Civil se desplegó en los caminos de alrededor para filtrar el paso de vehículos e impedir que se concentraran demasiados. El fuego fue controlado en torno a las 20.30 horas, aunque los bomberos se quedaron remojando los rescoldos.