El único periodo de su vida en el que Raúl recuerda no haber estudiado fue el año que trabajó como administrativo en Roca S.A. para reunir el dinero suficiente para completar su formación en China en la Beijing Foreing Suties University, donde estuvo dos años con una beca del Instituto de Crédito Oficial (ICO). Antes había conseguido una matrícula de honor en sus estudios de bachillerato y una de las becas concedidas a los 52 mejores expedientes de España. También hizo prácticas en la Dirección general de Traducción de la CE en Bruselas y ha estudiado en Sheffiled gracias a otra beca, esta vez, la Erasmus.

—Habla cinco lenguas y tiene nociones de alemán.

—Sí, pero a nivel turístico. Sería incapaz de interpretar una conferencia en alemán. El chino lo absorbe todo. Incluso me quita parte del inglés. Ahora, cuando pienso en una lengua extranjera, lo primero que me viene es el chino. Tenemos la mente organizada en lengua nativa y extranjera; cuando veo a un extranjero quiero hablar en inglés pero el chino interfiere. Creo que por eso me he centrado en él y he dejado los otros idiomas de lado.

—¿Por qué aprendió chino?

—Todo empezó en la universidad, cuando tuve que elegir idiomas extranjeros. El inglés era mi lengua de acceso pero tenía que elegir otra más. En la Autónoma te dan a elegir entre un montón: ruso, japonés, árabe, francés… Me dije, ´prefiero una lengua exótica que no pueda estudiar en Ibiza en la Escuela Oficial de Idiomas´. El decano me dijo que con mi perfil el chino no me iba a suponer un gran esfuerzo, aunque me lo presentó como el más difícil de los idiomas exóticos. Yo me quise complicar la vida y escogí chino, pero no era ningún friky apasionado de la cultura china y nunca he tenido una motivación especial por ese país. Luego, estudiándolo, me enganchó mucho. Siempre me han gustado las lenguas, yo disfrutaba en el instituto con latín y griego. Los exámenes de latín eran como hacer un crucigrama. Elegí Traducción porque era descifrar y en chino el reto es mayor que con portugués o francés.

—¿De qué le gustaría acabar trabajando?

—La interpretación no se me da bien, me colapso mucho con público. Prefiero la traducción, estar en casa tranquilamente con mi diccionario, Internet… Para dedicarse a la traducción literaria hay que tener muchos contactos, así que cuando volví de China busqué alternativas y surgió la interpretación social. El máster que estoy haciendo es precisamente para eso, para interpretar para los inmigrantes en hospitales, comisarías, juzgados, ayuntamientos… Esta faceta llenaba más mis inquietudes personales. En España hay muchísima población china y tienen sus dificultades para acceder a nuestros servicios. Me gustaría ser mediador intercultural y trabajar en centros sanitarios, me gusta más esa vertiente que la judicial. En Ibiza no hay salida profesional para mí. Aquí la única población que tenemos que no habla español es la marroquí. Hay muchos chinos, pero no van a nuestros centros de salud, se decantan por su medicina tradicional. En Madrid o Barcelona hay tantos que sí que los utilizan. Incluso en Palma hay una mediadora de chino y tiene 27 intervenciones al día. Una burrada. Así que cuando acabe el máster buscaré trabajo en Madrid o Barcelona.

—¿Cuándo terminará su máster?

—La beca es de un año y acaba en septiembre. Este verano haré las prácticas en unos juzgados y luego la tesina. La preparo sobre las diferencias entre un mediador que pertenezca a la cultura del inmigrante y uno que sea del país de acogida. En mi clase somos 16, 14 chinos y dos españoles. Me sorprendió, me pregunté si la interpretación social era un mundo para que trabajaran los inmigrantes o es que los españoles preferían ser intérpretes en la ONU.

—¿A cuánto asciende su beca?

—Nos pagan 1.300 euros al mes más lo que cueste el máster, y el mío es relativamente barato: 2.300. Así que la beca es de unos 19.000 euros.

—¿Cuánto ha ganado en becas a lo largo de su vida?

—No lo sé, puede que bastante. El ICO me daba 300 euros al mes más la matrícula y el alojamiento. Eso en China es una pasada, equivale al sueldo base español. En la carrera sólo tuve beca un año, porque el Estado mira más la renta que las notas. Las mías han sido becas por expediente académico. Si no hubiera conseguido becas no sé si mis padres me hubieran podido pagar los estudios, pero sé que yo no se lo hubiera pedido. Hubiera trabajado más que es lo que hice en 2006 para poder irme a China, aunque al final conseguí beca.