La crisis ha hecho descender el número de reportajes que se encargan a los fotógrafos profesionales de la isla y también el importe que se les paga. Pero como en este tipo de trabajos no se puede recortar calidad, aseguran, ya que no se fotografía peor a voluntad, aparecen fórmulas como el reportaje de media boda. Esto quiere decir que se prescinde del fotógrafo en varios tramos de la ceremonia o en el posterior convite.

El responsable de Ferias de la Asociación Profesional de Fotografía, el ibicenco Alejandro Marí Escalera, asegura que ha perdido encargos en los dos campos en los que trabaja: «Los encargos comerciales de moda, hostelería o diseño han bajado un 35 por ciento, mientras que los reportajes sociales (ceremonias como bodas, bautizos y comuniones) son alrededor de un 15 por ciento menos que hace dos años», comenta.

Toni Boned, Ritu, explica que en su gabinete fotográfico recibe el mismo número de encargos que otros años, porque «la gente se sigue casando», y lo que más ha notado es un descenso en los presupuestos. Trabaja con una clientela «estable», algo que considera clave para resistir la situación actual.

Por su parte, Rafa Domínguez asegura que «la gente se casa menos» por la crisis y porque tampoco se celebran tantas bodas como antes, «está de moda ser soltero». Esto se añade a que se recorta el presupuesto de muchas celebraciones y al aumento de las empresas que se dedican a su negocio: «Si hace cinco años teníamos 48 bodas al año, ahora lo normal son unas 20».

La digitalización también ha tenido sus efectos en otro de sus campos de trabajo: «Hoy en día nadie revela», lo que ha hecho desaparecer «al 70%» de los que se dedicaban a ello. Sobre este fenómeno Ritu apunta a lo que sucedió en su momento en Japón o Estados Unidos, pioneros en este fenómeno: «Con el tiempo la gente ha vuelto a revelar en papel, porque se dan cuenta de que tener las fotos en el ordenador es como no tener nada», asegura.