2018 traerá más «lujo» a Ibiza con proyectos hoteleros que «subirán el nivel» de cemento en la costa norte. El de bienestar, lo dudo. «Animación musical» para esquivar el veto a los beach clubs, dj de playa, sunset bars y sustitución del tradicional mercado familiar por un turismo de eso que llaman sin pizca de pudor «calidad». Pues sí, como dice el alcalde, da «un poco de miedo». El resort de Six Senses en ´Xarraca Bay´, con «exclusivo acceso para yates», va a suponer la privatización de facto de gran parte de la cala. Los huéspedes de postín pagan también por la privacidad. Lo sabemos bien. Y la apuesta por el adult only de algunos amenaza con transformar la fisonomía tranquila del Port de Sant Miquel en un remedo de Platja d´en Bossa. Pero lo peor son las heridas al paisaje que la cadena tailandesa y el fondo de inversiones Hispania están multiplicando. Un macrocomplejo turístico de 10.000 metros cuadrados sobre el esqueleto del Vista Bahía. 500 metros2 de edificación más en lo que era el antiguo Club San Miguel, ampliación de la superficie del Cartago en 1.300 m2, sustitución del Western Saloon, de 300 m2, por un inmueble de 817... Exprimido el sur, se cimenta cada vez más la costa norte con la complicidad de unas autoridades deslumbradas por el dinero y la pompa. La ironía es que nos quieran vender el «lujo» cuando siguen destrozando el mayor que tenemos en la isla, su belleza.