El año pasado en Ibiza se pusieron de moda las palabras: saturación, decrecimiento, turismofobia, veranofobia, etc. Fue el año de la saturación de las carreteras, las playas, los servicios de urgencia? Salían personas y coches de debajo de las piedras, batimos todos los récords y como es lógico empezamos a saturarnos y a quejarnos por todas partes. Pues bien, si el año pasado se sintieron saturados vayan preparándose porque esta temporada promete superar por goleada a la del 2016. El aeropuerto ha puesto en el mercado 8,8 millones de asientos hacia la isla desde el próximo domingo hasta el 28 de octubre, es decir un aumento de un 9,5% con respecto a la pasada temporada. En el puerto de Vila, los cruceros aumentarán un 38%. La reserva de amarres en los puertos deportivos ha subido un 20% (sin contar con los barcos que no atracan allí).

No debemos pasar por alto que este aumento de turistas supone a su vez un aumento de vehículos en nuestras ya saturadas carreteras. Ante esta avalancha que se nos viene encima lo normal sería esperar que nuestros políticos hubieran tomado medidas, pero no se hagan ilusiones. Seguimos con un transporte público deficiente, sin estación de autobuses en Vila ni cambio de recorridos, volveremos a tener un año de caos en las carreteras y los taxis piratas harán su agosto. Ni una mejora en la protección del Parque Natural de ses Salines (muchas promesas para el futuro); Cala Salada seguirá siendo la única playa con control de tráfico. Respecto a la vigilancia sobre el ruido, nada, y por supuesto nada de prohibir los pisos turísticos o de poner medios para su inspección estricta. En estos pocos días de inicio de la temporada ya hemos tenido las primeras detenciones por conducir haciendo el loco, un par de homicidios, un señor paseándose desnudo por la carretera y otro conduciendo bebido con el hijo en brazos, un par de atracos a mano armada en viviendas con personas dentro... Al mismo tiempo la prensa nos informa de que no vienen más policías, ni sanitarios, que faltan profesionales por la escasez de vivienda, mientras se alquilan a precio de oro furgonetas, balcones, bañeras?

Un último apunte para los que dicen que decrecimiento es un descenso económico. Países como Islandia (isla de moda con un boom turístico) suponen un destino en el que ya se plantean medidas para frenar el crecimiento. La coalición de Gobierno considera una serie de opciones que incluyen impuestos especiales a empresas de autobuses y operadores turísticos. Islandia ya tiene en vigor una tasa especial en hoteles que generó unos ingresos de 3,4 millones de euros. La previsión del Gobierno es que superen los 10 millones este ejercicio. Aquí por desgracia importa poco o nada el futuro y por eso se lleva la ecotasa al Tribunal de Justicia Europeo. Poco más que añadir a esta barbaridad. Ante esta perspectiva solo queda preguntarnos si estamos preparados para la que se nos viene encima y hasta cuándo seguiremos batiendo récords, y si somos conscientes de lo que supone para una isla de apenas 570 km2, y para nuestro futuro, seguir sin poner freno al crecimiento descontrolado. Desde PROU queremos recordar que denunciar y quejarnos en las redes sociales está muy bien, pero solo con esto no vamos a conseguir nada y a lo mejor para cuando nos decidamos a dar un paso al frente para exigir a quien corresponda que tomen medidas para frenar esta locura ya será demasiado tarde.