Para un verso libre, eso de que todo tenga que rimar es algo absurdo, exótico y hasta esotérico. Por eso nunca me ha entrado el rap, y eso que, como adicto a la música que soy, lo he intentado. Pero lo de la investigación y el proceso de la Audiencia Nacional al colectivo de raperos La Insurgencia, entre ellos el menor ibicenco Siker, me remueve las tripas. Y es algo que no tiene nada que ver con el rap, sino con la libertad de expresión. Que se esté usando como excusa el delito de enaltecimiento del terrorismo para perseguir a los que molestan al alguien y detener, encarcelar o llamar a declarar a cantantes, actores o titiriteros tiene pinta de ser de una época que ya deberíamos tener superada. Pero viendo hacia dónde va el mundo, parece que es el objetivo y la esperanza de muchos. Podemos estar más o menos de acuerdo, o en absoluto de acuerdo, con lo que Siker y los otros raperos dicen en sus letras, pero de ahí a procesarlos por enaltecer el terrorismo o a investigarlos, como en un principio, por asociación ilícita, debería ir un abismo. Si nuestro sistema legal y jurídico permite esto, no sé a qué estamos esperando para cambiarlo.