Me entero de que Ibiza por fin es algo importante: miembro de la red de ciudades españolas en bicicleta. Por fin el Consell anuncia una medida cósmica que puede cambiar la vida de nuestros ciudadanos y de nuestra ciudad. Y diría más, quizás sea la medida estrella, la más señalada y la más útil, pero siempre y cuando todos los consejeros y concejales cojan una bici y vayan a sus tareas montados en las dos ruedas y que suban Dalt Vila al menos dos veces al día.

Yo he visto al presidente del Consell Insular montado en la bici como quien se monta en la poltrona del cargo político. Conoce el tema. Pero me temo que han dedicado más entusiasmo que ciencia a esta iniciativa, tan inútil como fue la defensa (yo desde 1972) de la supresión de las barreras arquitectónicas o el fomento del uso de los vehículos eléctricos.

Sacan la noticia, crean una lista de cargos de amigos, salen en el Diario muy contentos y al cabo de unas semanas el asunto cae donde todos: en la fosa común cavada por los políticos. Calcados, irresponsables y derrochadores, y lo comprendo: como llegara un alcalde o presidente que comenzara a quitar gasto de personal, empresas fantasma y cargos para los cuñados, el mundo se hundiría. Su mundo. Pero por no hacer esto precisamente nos están arrastrando a todos, a la sociedad civil, al fondo del barranco.

Llevados por el entusiasmo, declaran a las agencias de prensa que Ibiza es la primera ciudad balear en lograr tan descomunal récord: bicis, somos biciclófilos. Y presumen de tal memez. ¿De qué van a presumir si no? Otro escribe desde Palma -para chinchar a los mallorquines, que son muy malos- que «Ibiza se posiciona como la Amsterdam isleña». Se posiciona ¿entienden? Agarra un sitio en el pelotón y no se lo va a quitar nadie ni a codazos. Posición: atrincherados en las tonterías y los derroches sin sentido.

El uso de bicicletas en Ibiza sería adecuado y lo suele ser para las específicas de montaña, con todas las apreciaciones que se quiera, pero no le veo mucho futuro en la ciudad. Primero, lo único que harán las bicis dentro de Vila es ocupar un sitio donde ya no cabe ni un alfiler: las aceras. Entre las farolas, chiringuitos, portones de servicios varios, bocas de riego, vomitonas británicas e imprevistos, apenas hay una sola acera en Ibiza donde pueda pasar una silla de ruedas o una polimamá con sus gemelos. Después, ¿dónde la dejas si pretendes apearte? Amsterdam es llana, Ibiza es bronca y faltona.

Con buena intención, ustedes sobran casi todos en su mayoría. ¿Cinco ayuntamientos y un Consell en Ibiza? ¿Un ayuntamiento y un Consell en Formentera? Con razón no queda un euro para hacer nada útil que beneficie de verdad al ciudadano.