Si que unos tengan y otros no es discriminar, Ibiza está discriminada en enseñanza diferenciada, no tiene colegios de tal tipo que puedan elegir los padres para sus hijos y todos deben ir a colegios mixtos. Hay padres que prefieren esos colegios y les confían a sus hijos o se asocian para crearlos, como esos del Parc Bit de Palma que la ex consellera Bárbara Galmés no quiso concertar.

Que sindicatos y algunos partidos piensen que los padres eligen mal y promuevan leyes para ponérselo difícil, demuestra que dudan de la capacidad de los padres para hacerse cargo de la educación de sus hijos. Y que no asumen el fracaso estrepitoso en resultados de la educación que ellos controlan en España y cuyo monopolio anhelan.

A dirigir la educación aspiran todas las ideologías para inculcar a niños y adolescentes su propia interpretación de la realidad; hasta ahí podría ser lícita tal aspiración si se deja elegir a los padres en libertad. Pierde su licitud esa ideología cuando, a través del poder del Estado, justifica pasar por encima del derecho a elegir de los padres y les impone su preferencia cultural. El aznarato aprobó normas educativas que Zapatero anuló antes de que llegaran a ponerse en práctica. Este hizo luego su propia ley, cuyo artículo 84.2 no cumplen, según el Supremo, los colegios de enseñanza diferenciada. Pues que lo cambien, que tiren el artículo al basurero de la intolerancia y de la coacción a la libertad de elección, porque Zapatero no es nadie para imponer a un padre qué tipo de educación debe dar a su hijo: «Los padres deberán tener el derecho prioritario de elegir el tipo de educación que se de a sus hijos». Lo dice el art. 26.3 de la Carta de Derechos Humanos de la ONU, que el ex presidente aún tiene por leer.

La separación de sexos en la escuela tiene base racional en el diferente proceso de maduración de niños y niñas, mal que la realidad produzca retortijones a la ideología de género. Suecia, USA, Inglaterra y más países tienen esas escuelas con excelentes resultados. En la polémica suscitada por la sentencia del Supremo, algunos han querido reducirlo todo a un problema moral de los padres. Parten de la concepción paternalista del Estado que se hace cargo del individuo desde la cuna a la tumba y hasta le proporciona, le impone, una moral adaptada a los tiempos. A ese Estado totalitario nos lleva el liberalismo que renunció a que el hombre posee derechos anteriores e independientes a su pertenencia al Estado, como son tener y ejercer una moral. Otros aducen que esos colegios son del Opus. «Son del Opus» es, desde Franco, un sambenito para descalificar al otro y evitar la cuestión de fondo.

Observó Chesterton que solo los peces vivos nadan contra corriente, y estos del Opus se han señalado siempre por esa cualidad. Malo el día que naden a favor y en vez de escupirles les echen flores. Vivirán más cómodos, pero habrán perdido la vida que hoy deja en evidencia tanto a ellos como a los que como todo argumento escupen.