Al fin un político con poder y futuro como Gallardón se atreve a salir a la palestra a delatar la incongruencia de proteger a los disminuidos vivos y matarlos en el útero. Según su portavoz Martínez Olmos, el PSOE sigue en lo suyo: que es franquista lo que dice el ministro y asunto de la ministra de Sanidad. En su mismo estilo puede replicársele que la eugenesia que él defiende es nazi. No entiende ese partido que hay algo más que contenido técnico-sanitario en anhelar una sociedad de seres humanos sin defectos. Y algo más que sanidad en liquidar fetos imperfectos. Esa pretensión es irrealizable porque todos los humanos son imperfectos, no existe un solo gen perfecto como probó el proyecto genoma humano y la ciencia no reduce el hombre a genes.

El conseller de Salud del Govern, Mesquida, en su primera visita a Ibiza descubre su falta de convencimiento sobre lo que anuncia el ministro de justicia y declara que el PP «seguirá las directrices marcadas desde el Gobierno central en relación a la reforma de la Ley del Aborto, aunque después cada uno tendrá su opinión personal sobre este tema». Sabe mal al progresismo, manifiesto o simulado, que el miembro del PP que creían más suyo diga con lógica impecable: «No entiendo que se desproteja al concebido, permitiendo el aborto, por el hecho de que tenga algún tipo de minusvalía o de malformación. Me parece éticamente inconcebible que hayamos estado conviviendo tanto tiempo con esa legislación. Y creo que el mismo nivel de protección que se da a un concebido sin ningún tipo de minusvalía o malformación debe darse a aquel del que se constate que carece de algunas de las capacidades que tienen el resto de los concebidos».

La eugenesia, no aceptar al hombre como es y quererlo perfeccionar artificialmente desde fuera, no mediante el desarrollo personal basado en su voluntad y esfuerzo individual, existió en todas las sociedades. En nuestra era llega al delirio con ilusiones que crean los avances en genética, pero el problema radica donde siempre, el buen o mal uso que demos a la aplicación del saber científico. Hvistendahl, escritora de Science, calcula que el mundo perdió ya 160 millones de mujeres por el infanticidio y el aborto selectivo en Asia y Europa. La relación de sexos en China es de 121 niños por 100 niñas, en India 112/100, una realidad «biológicamente imposible» de sostener. En 2011 el Consejo de Europa recomendó no comunicar a los padres el sexo del feto para evitar el aborto selectivo. En Inglaterra 14 clínicas abortistas están expedientadas por falsificar y apañar firmas y documentos para saltarse la ley del aborto y eliminar niñas. Recuerda el escándalo de las clínicas de aborto españolas que tapó la ley zapaterista del todo vale. El negocio del aborto se asocia a la utopía del hombre perfecto y a la selección de género. Los partidos comprenden y el feminismo calla.