La actuación de un grupo de militares del Escuadrón de Búsqueda y Salvamento (SAR) del Ejército del Aire que se han aprovechado de las aeronaves que tienen a su cargo para organizar una masiva expedición, por cuenta del contribuyente, a la boda de un compañero de armas en Formentera, es un enorme escándalo que exige muchas explicaciones y una contundente actuación del Ministerio de Defensa para depurar todas las responsabilidades. El Ejército del Aire, abochornado ante las evidencias incontestables aportadas por Diario de Ibiza, reaccionó con rapidez destituyendo y arrestando al jefe de la base del SAR en Mallorca , pero la investigación debe llegar hasta el fondo para esclarecer todas las circunstancias de esa fechoría.

El descaro con que se ha perpetrado este abuso demuestra una inconcebible relajación de los estrictos controles militares. La movilización de un helicóptero y dos aviones, que el pasado fin de semana efectuaron al menos catorce vuelos para transportar a grupos de invitados a la boda desde Mallorca a Formentera y devolverlos posteriormente a su lugar de origen, tuvo que ser forzosamente planificada con mucha antelación (la suficiente para que los viajeros no tuvieran necesidad de buscar plaza en medios de transporte convencionales de línea regular) y contar con la complicidad o la connivencia de oficiales y altos mandos para que pudieran vulnerarse impunemente normas y protocolos de servicio.

Los vuelos privados que montó ilegalmente el Escuadrón 801 del SAR para acudir a la boda de uno de los suyos han dejado una estela de irregularidades, algunas de índole administrativa y otras con tufo a delito. Este puente aéreo nupcial que los pasajeros no abonaron costó a las arcas públicas no menos de 23.000 euros, una cantidad dilapidada irresponsablemente que proporcionó un lucro indirecto a quienes se aprovecharon de los viajes. Habrá que ver también qué falsa razón consta en los documentos oficiales para amparar tantos vuelos y tal concentración de medios aéreos en las Pitiusas, porque el verdadero motivo seguro que no consta en los papeles. Y habrá que determinar igualmente si, con tanto trasiego festivo, en algún momento se desatendieron las obligaciones de alerta propias de una unidad que ha de estar en permanente disposición de atender con rapidez cualquier emergencia. ¿Hubiera estado garantizada su capacidad de reacción en caso de haberse requerido sus servicios en plena misión de traslado de invitados a Formentera?

La naturalidad con que se ha llevado a cabo todo este operativo ilegal sin que nadie en toda la cadena de mando pusiera la menor traba, el elevado número de militares involucrados y los indicios de que no era la primera vez que los vuelos del SAR se utilizaban en Balears con fines privados, requiere una investigación exhaustiva, más allá de lo ocurrido el pasado fin de semana. Por elemental decencia, pero también para limpiar la imagen de un escuadrón que ha prestado grandes servicios y que debe seguir prestándolos sin ninguna sombra de duda sobre la honradez y la integridad de todos sus miembros.