El Consell de Ibiza asume que «limitar la entrada de coches a la isla es muy complicado», a pesar de que el gobierno insular de Formentera no renuncia a lograrlo. Pero para la mayor de las Pitiusas el enfoque del problema será otro, como explica el presidente, Vicent Torres, quien baraja extender el modelo que desde este verano se trata de aplicar en Cala Salada y restringir el acceso hasta algunas playas en coche. Con esa y otras medidas la máxima institución se propone lograr que el coche «no salga del garaje», que, tal como lo ve Torres, es la opción más factible para descongestionar la colapsada red de carreteras de Ibiza.

«Los coches nos provocan colapsos, sobre todo en zonas de litoral como determinadas calas y en los accesos a Vila y las principales poblaciones de la isla», resume el presidente. También se producen problemas puntuales por eventos «como los mercadillos hippys».

«Con las leyes actuales, no podemos limitar las llegadas a la isla, pero lo que sí está en nuestra mano es determinar o limitar el acceso a determinadas zonas», puntualiza Torres. Paralelamente, el Consell se plantea ofrecer «alternativas de movilidad». Por ello considera que el proyecto que se desarrolla esta temporada en Cala Salada «es un ejemplo de cómo empezar a alterar la dinámica de querer llegar en coche hasta la puerta de todos los sitios, que es una filosofía que está muy extendida en la isla».

En esta cala se ha habilitado un aparcamiento disuasorio y se ha puesto una línea de microbús para enlazar desde Sant Antoni con la playa. «Presenta complicaciones para los usuarios, pero veremos como poco a poco los coches irán saliendo de esta zona hasta el aparcamiento». Incluso espera que los vehículos «se queden donde deben estar: en el garaje de casa».

Conclusiones en Cala Salada

Torres quiere extraer de la prueba de este año los «pros y contras» del modelo que no descarta extender a otros puntos costeros. El presidente también anuncia que «seguramente» la próxima temporada se ampliarán las restricciones a otras calas, en función de los contactos iniciados con los ayuntamientos. El primer objetivo es actuar «en las zonas más colapsadas y de mayor riesgo», concreta el presidente.

El Consell ya ha pedido a los municipios que «evalúen las cargas que soporta su litoral, sobre todo en verano» y que propongan también posibles alternativas al coche. «Estamos totalmente a su disposición para acometer medidas reglamentarias o legislativas» para habilitar aparcamientos disuasorios, señaló Torres. Se refiere a aquellos casos en que los terrenos donde podría haber un parking «estén en suelo rústico o con una clasificación difícil a la hora de hacer determinadas infraestructuras».

Desde la institución tienen «claro», añade el presidente, que «los perjuicios que se puedan dar cargando estas zonas de vehículos» ya los sufre la isla, con «desgraciados precedentes» como el incendio de Benirràs en 2010.

Esta cala, precisamente, es de las que «más preocupan» al presidente del Consell, un sentir que también le ha hecho llegar el alcalde de Sant Joan, Antoni Marí. Por ello esta es una de las zonas donde la institución podría abordar algún tipo de plan de restricción del tráfico. También Santa Eulària padece problemas, según le consta a Torres, en lugares «como Cala Llenya», aunque señala que habrá que estudiar «caso por caso» para determinar los límites de su capacidad y poner en marcha mejoras del transporte público en consonancia.

Una de las zonas en las que ya se está estudiando de forma conjunta con el Ayuntamiento implantar algún tipo de medida «en el entorno del Parque Natural de ses Salines». El objetivo es descongestionar «una zona protegida y en la que hay zonas de nidificación que perturban los vehículos». El presidente insiste en que «de ninguna forma se deben permitir los coches en determinadas zonas», como denuncia que ocurre ahora cuando los parkings ya están completos.

Para darle solución al caos, Torres dice que «seguramente» se recuperarán ideas como la del anterior Consell progresista de abrir aparcamientos en el perímetro del parque, con un autobús para llegar desde allí ya hasta sus playas.

El presidente insular también confía en la licitación, en 2018, de las nuevas líneas de transporte interurbano para solucionar muchos de los déficits actuales del servicio, y aumentar frecuencias hacia las playas, por ejemplo, «sobre todo en verano, cuando mayor es el colapso circulatorio». Antes, desde la institución se abordarán «acciones puntuales» como la de Cala Salada: «Supone más dinero pero no nos importa en este caso», asevera, porque lo que se busca es «aliviar presión sobre el litoral».

Al fin y al cabo, Torres confía en que con el tiempo, turistas y residentes se empiecen a «acostumbrar a que haya un acceso más limitado de vehículos a la costa y, sobre todo, más adecuado para las personas».