Los ladrones espían a los turistas y esperan a que se ausenten para entrar, denuncian los afectados. Francisca Tur, que ha sufrido tres robos este verano, explica que reventaron a hachazos una puerta de madera muy gruesa de una casa de una conocida en Sant Llorenç. En otra ocasión accedieron a otra mientras unos turistas cenaban en la terraza. Los tuvieron muy cerca pero no se enteraron hasta que se fueron. Jacobo van Praag, dueño de una inmobiliaria, comentó ayer que otra vez desmontaron un sistema de alarma y dejaron los tornillos a la vista, como si se quisiesen mofar de las víctimas. Los asaltos no solo se producen en verano: el pasado viernes ladrones armados al menos con un mazo entraron en dos viviendas del núcleo urbano de Santa Gertrudis, uno de los pueblos más castigados. Un chico de 14 años se escondió en el cuarto de baño, llamó a la Policía y gritó que los agentes venían, por lo que los delincuentes huyeron.