Casi resuelta la grave crisis de Vila, el presidente insular del PP, Vicent Serra, se enfrenta a un reto mayúsculo, casi imposible, dado el calado de los rencores personales que se han acumulado en un largo camino de más de tres años: firmar la paz real en el partido, no solo de apariencia, entre los dos sectores enfrentados, el oficialista, que encabeza Serra y el de los críticos, con el senador José Sala al frente.

El presidente regional, José Ramón Bauzá, ha dicho basta y el pasado martes, en una tensa reunión con un calor insoportable en la sede de la avenida Isidor Macabich que se alargó hasta casi las tres de la madrugada, dio «un rapapolvo» a los miembros del comité de dirección y les dio dos meses para zanjar las rencillas. Bauzá les advirtió de que si no son capaces de hacerlo, lo hará él. No dijo cómo, pero el mensaje lo lanzó poco después de forzar (con el acuerdo , eso sí, de la dirección insular) la dimisión de la alcaldesa, Pilar Marí, y los tres concejales ´rebeldes´ (Juan Mayans, Alejandro Marí y Rai Prats). Bauzá está decidido a intervenir en Ibiza si lo ve necesario porque, con ello, se juega su reelección en las elecciones del año que viene.

La primera gran crisis ´contemporánea´. En la antesala de las elecciones de 1999, el PP vivió una grave crisis con el enfrentamiento entre Pere Palau y Enrique Fajarnés por la candidatura al Consell. Para curar las heridas de esa guerra interna José Juan Cardona, que ya lleva un año en prisión cumpliendo una condena de 16 por corrupción, tomó las riendas del partido y logró enderezar la situación, recuperar la calma y la estabilidad.

El PP volvió a la greña en el momento que llegó la hora del relevo de Cardona. Miquel Jerez fue la solución intermedia pactada por los dos bandos, pero, con el tiempo, los críticos (Pere Palau, José Sala, Enrique Fajarnés...) se alejaron más del partido. La decisión de Bauzá de impedir que las personas imputadas judicialmente entraran en las listas electorales de 2011 provocó un cambio inesperado en la historia del PP. Aquí empezó a abrirse la grieta que, en contra de lo que pueda parecer desde fuera, no ha hecho más que dilatarse.

El veto a Sala de Bauzá cambia la historia del PP. Hasta ese momento nadie dudaba de que Sala iba ser el candidato a la presidencia del Consell, pero Bauzá le paró los pies por estar imputado en el caso de Ses Variades, que posteriormente fue archivado. Así, sin que nadie lo esperara ni menos su propio protagonista, surgió la candidatura de Vicent Serra, lo que causó la reacción inmediata del sector de Sala, indignado por la decisión de Bauzá, y resistió hasta el final en contra de la elección del actual presidente del Consell reivindicando el puesto para Enrique Fajarnés, en otro pulso similar al de 1998. Se impuso Serra y los vencidos se volvieron aún más hostiles. El carácter del presidente insular, que, según diversas fuentes, no olvida ni perdona sus problemas con determinadas personas, también favoreció este distanciamiento.

En ese periodo tormentoso, en la antesala de los comicios de 2011, Pere Palau y Enrique Fajarnés, que tenían el control del comité electoral de Vila, vetaron las propuestas de los oficialistas para encabezar la candidatura de este Ayuntamiento y, del resultado de estas rencillas, salió una lista electoral, encabezada por Marienna Sánchez-Jáuregui, que ha provocado la mayor crisis que ha vivido el partido.

La brega entre Serra y Sala con juego sucio y el cabreo de Bauzá.

El siguiente episodio de la brega se produjo a mediados de 2012, cuando Serra y Sala se enfrentaron por la presidencia del partido, en un proceso en el que hubo juego sucio con afiliaciones irregulares de prostitutas. En junio, en medio de esa tormenta, Bauzá cogió un enfado mayúsculo después de que el PP de Ibiza le diera la espalda en el congreso del PP regional: solo votaron 272 militantes, el 10,7% del censo ibicenco. Un mes después (el 29 de julio), Serra doblegó a Sala por solo 22 votos de diferencia y una participación del 46%. El PP ya estaba partido. «Al fin hemos salido de las cavernas», lanzó emocionado esa calurosa noche un dirigente del partido. No era consciente de lo que iba a llegar. Ese día Bauzá aseguró que la dirección regional no estaba «para vigilar» que los dos sectores se integren, sino para «ayudar al máximo y consolidar un proyecto común». Ahora ya no piensa igual.

Sala no se integra y el aviso de los votos nulos de Sant Joan.

Para empezar, Sala se negó a entrar en la dirección del PP y, pese a que entraron algunos críticos en la nueva ejecutiva, la mayoría se desmarcó. El nuevo PP, sin la influencia de Matutes, autoexcluido del partido, echaba a andar. Pero a los pocos meses, en diciembre de 2012, los críticos de Sant Joan dieron el primer susto a Serra: en la elección del presidente local del PP (Andreu Roig) aparecieron 24 papeletas (el 19%) con su nombre rotas por la mitad. Serra admitía que este acto de protesta quebraba la aparente tranquilidad del partido, pero decía que no habría problemas para reconducir la situación.

Los cargos públicos críticos no asisten a las reuniones del PP. Los dirigentes críticos han dado la espalda a Serra, y pese a ser miembros natos de la ejecutiva, no acuden a las reuniones del partido. Ni el vicepresidente Pere Palau ni la diputada balear Virtudes Marí ni el diputado nacional Enrique Fajarnés, entre otros afines a Sala, pisan la sede del PP de Ibiza desde hace tiempo, según las fuentes consultadas. Recientemente, el presidente admitió en una entrevista con este periódico que Fajarnés está «desaparecido» y que no ha hablado con él esta legislatura ni una sola vez, precisamente porque no participa de la actividad del partido. Un dirigente asegura que Fajarnés apareció sorpresivamente en el acto de fin de campaña de las elecciones europeas celebrado en el hotel El Corso «porque estaba Bauzá». Ante la desidia de estos dirigentes críticos actualmente todas las personas que asisten a las reuniones del partido estampan su firma en un papel para que quede constancia de su asistencia.

La larga crisis de Vila. La grave crisis del PP de Vila que ha estado a punto de costarle muy caro a Serra, según apunta un destacado dirigente del partido, se estaba larvando desde hace tiempo. En octubre de 2012, antes de que estallara el escándalo de las facturas irregulares del semanario Prensa Pitiusa, Sala paró un conato de rebelión del equipo de gobierno de Vila (salvo Lina Sansano y Mar Sánchez) contra la entonces alcaldesa, Marienna Sánchez-Jáuregui, después de que estos se enteraran por la prensa de que esta había decidido ubicar el tráfico marítimo de Formentera en el martillo sin previa consulta y cuando el sentir general apuntaba hacia la opción de trasladar el pasaje y la carga al muelle comercial de la ribera norte, la finalmente escogida. Eso sucedía, además, después de que se hubiera cerrado la crisis de la fuga al PREF de Ignacio Rodrigo, por lo que ya empezaba a llover sobre mojado. La información de entonces de Diario de Ibiza ya hacía referencia al grupo interno de whatsapp, que ese fin de semana echaba humo con comentarios como este: «[La alcaldesa] Nos enterrará en vida». En esos mensajes ya se apuntaba la necesidad de provocar la salida de Sánchez-Jáuregui.

La comisión de investigación y la reciente ´locura´ del PP. Después vendría, en el segundo trimestre de 2013, la comisión de investigación del caso Prensa Pitiusa, la dimisión de Sánchez-Jáuregui, el relevo de Pilar Marí... y, hace apenas dos semanas, la crisis total con la dimisión de Lina Sansano (antes vino la ´jubilación´ de Juan Daura), el escándalo de los whatsapps, la renuncia de Pilar Marí y Juan Mayans, la propuesta fallida de Mar Sánchez como alcaldable, la de Rai Prats, la rebelión de los concejales del PP, lo que provocó el aterrizaje de urgencia de Bauzá y la salida fulgurante de Pilar Marí, Mayans, Alejandro Marí y Rai Prats. Todo ello, despropósito tras despropósito, en las dos semanas en las que el PP se volvió ´loco´. Pese a que Serra y Bauzá tratan de separar la división del partido de la crisis de Vila, los ´enemigos´ del presidente insular aprovecharán su desgaste para sacar provecho.

Las críticas de Sala. La posición de Sala ante el conato de rebelión del equipo de gobierno de Vila causó desánimo en las filas más radicales del sector crítico, que se veían un poco «huérfanas» al entender que su líder estaba dando «pasos atrás». No obstante, en diversas ocasiones en los últimos tiempos, Sala ha levantado la voz para criticar al partido. En octubre del año pasado, el senador se opuso públicamente al plan de recorte del Parlament de Bauzá. También criticó que Serra mantiene en el partido «un grupo de decisión reducido», motivo por el cual decidió en su día desmarcarse. «El partido está para unir y sus miembros no tienen por qué coincidir al cien por cien. Es imposible. Hay que dejar de lado enfrentamientos personales», ya decía entonces Sala, quien, asimismo, reclamaba al presidente insular más músculo ante Mallorca, «un plus de reivindicación». Posteriormente, también en las páginas de este periódico, Vicent Serra le recriminó a Sala que no acudiese a las reuniones del partido para hacer allí sus críticas.

La convención popular. El pasado 15 de diciembre, meses antes del último golpe sobre la mesa de Bauzá, Vicent Serra reconoció públicamente y ante la presencia del mismo presidente regional los problemas internos del PP. Fue en la primera convención insular del PP. «Llegué a la presidencia en un proceso electoral nunca visto. Es obligado hacer esfuerzos para unificar completamente el partido después de un proceso vivido con intensidad. Reconocer esta necesidad es obligado para unirnos ante nuestro adversario, que, no lo dudemos, es la izquierda», destacó Serra.

Ahora, ante la llegada de las elecciones, a Bauzá le han entrado las prisas y, cansado de los problemas de Ibiza, ha puesto la pelota sobre el tejado de Serra, al que no le queda otra que mover ficha y sentarse cara a cara con José Sala, Pere Palau y compañía. La cuenta atrás ha empezado.