El fuego no solo afectó la noche del sábado a ese importante sabinar, sino también a las aves que habitan en él. Según Jaume Estarellas, «afortunadamente había pasado la época de cría». En esa zona hay, sobre todo, aves arbustivas como la curruca balear (Sylvia balearica), un endemismo de Ibiza y Formentera y de islotes de Mallorca: «Ese era su hábitat. Al ser de noche, algunos ejemplares habrán muerto, pues tienen difícil escapatoria. Tienden a refugiarse. Las aves diurnas se despistan más por la noche y tienen tendencia a meterse en cobijos, no a volar», indica el técnico de Medio Ambiente del Consell de Ibiza.

Entre las sabinas se escondían además la cogujada montesina (Galerida theklae), que nidifica en el suelo, y el alcaraván común (Burhinus oedicnemus), así como la curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala), entre otras aves de tipo arbustivo. Estarellas lamenta que habrán muerto a consecuencia del fuego muchas lagartijas endémicas (tal como confirman algunas personas que ayer estuvieron allí) y fauna micro invertebrada, «sobre todo coleópteros, escarabajos que son endémicos y propios de las dunas. Estos tuvieron una complicada escapatoria», asegura Estarellas.

En ese sistema dunar vive también el lirón careto: «Es una subespecie endémica de Formentera, gigante, pero en este caso, este roedor jugó con la ventaja de que tiene hábitos nocturnos y es una especie rápida, es decir, seguro que tuvo mayor facilidad de escapatoria», comenta el técnico.

Estarellas está seguro, además, de que tanto las llamas como el ajetreo y el paso de los helicópteros en la mañana de ayer «habrá molestado a la fauna de la balsa», situada a menos de 100 metros: «Allí están ahora nidificando y criando el tarro blanco (Tadorna tadorna), una anátida; el limícola chorlitejo patinegro (Charadrius alexandrinus) y la cigüeñuela (que tiene los pollos crecidos), además de las especies migrantes acuáticas que puede haber allí, de las que hay, más que cantidad, diversidad».

De forma indirecta, Estarellas advierte de que el incendio habrá «provocado un buen susto» a una pareja de halcones peregrinos que viven en la zona rocosa y cerca del área quemada, así como a la pequeña colonia de pardela balear (virot) que cría en los riscos.