—¿Cómo se introduce uno en el mundo del cine porno?

—Cuando empecé tenía 21 años y era todo más fácil. Ahora, al que se quiera meter yo le diría que se olvide, se ha vuelto mucho más complicado. Hay muchísimos actores que han llegado pensando que se lo iban a comer todo y como no han conseguido nada se han ido a la televisión a echar mierda encima de este mundo. Es lo que está pasando en España. Antes tenías la oportunidad de irte a Estados Unidos a trabajar. Hoy por hoy es prácticamente imposible que te den un contrato allí.

—Supongo que los comienzos en este mundillo serían duros.

—Sí, aunque no especialmente, porque cada uno tiene su historia. Cuando empecé mi madre no sabía nada. Ella encontraba ropa de látex y cosas raras porque yo trabajaba en la sala Bagdad de Barcelona haciendo porno en vivo. Yo no empecé haciendo porno delante de una cámara sino delante de 350 personas gritando «¡fóllatela, fóllatela!». Era como Mad Max en ´La Cúpula del Trueno´. Mi madre lo descubrió. Yo le decía que hacía estriptease, algo ridículo porque soy incapaz de hacerlo, aunque sí soy capaz de follar delante de quien sea cuando sea, siempre y cuando tenga tetas.

—También estuvo en la Legión…

—Sí, estuve en Melilla año y medio. No estoy a favor de ninguna guerra, pero las vivencias allí fueron muy chulas. Estaba muy a gusto. La verdad, estuvo muy bien.

—Hubo un tiempo que dejó de trabajar como actor de cine erótico.

—Fue cuando me casé, simplemente porque empecé a formar una familia y no me parecía justo que mi mujer tuviera que aguantar que yo estuviera acostándome con otras. Quería que se sintiera bien y por esto empecé a producir otras cosas en las que no tuviera que aparecer delante de la cámara, como cine homosexual y de travestis, que es lo que he venido produciendo en los últimos cinco años. Vuelvo a trabajar como actor en el momento que rompo con mi pareja.

—¿Cómo es realizar miles de películas pornográficas?

—Hablan de 1.500 pero eso es muy relativo porque cuando haces una escena de sexo, que puede durar de 40 minutos a siete horas, esa escena va a una película. Tú, en un día, puedes hacer una escena para un productor, te duchas, te cambias y te vas a otro set de trabajo con otra productora. En un día puedes hacer tres películas. Cuando vivía en Estados Unidos, donde estuve siete años, salí de fiesta cuatro veces. De lunes a lunes trabajaba. ¿Qué haces cuando eres un heterosexual joven con la testosterona por la nubes? Salir de fiesta a ver a quién te llevas a la cama. Entonces, ¿voy a salir si a las ocho de la mañana voy a estar trabajando con una chica maravillosa y exquisita que me va a hacer de todo de arriba a abajo y encima me van a dar un cheque por ello? Consecuencia: no sales. Si echas cuentas pueden ser, tranquilamente, 4.000, 5.000 ó 6.000 películas. Es imposible hacer números.

—Rocco Siffreddi fue su padrino durante mucho tiempo, ¿cómo es trabajar con él?

—Lo de padrino nunca me acabó de gustar. Necesitas que alguien te apadrine cuando no eres lo suficientemente bueno por tu cuenta y necesitas ayuda. Yo llegué al Bagdad sin Rocco, llegúe a Estados Unidos sin Rocco, hice películas en España como ´Perras Callejeras´, superproducciones que duraban dos semanas, sin él y he ganado premios como mejor actor español o europeo cuando aún no le conocía. Luego nos encontramos y me llevó a trabajar a Budapest y Brasil y me propuso ir a América. Pero Rocco no me llevó de la mano a ningún sitio y no le debo nada a nadie, ni siquiera a él. Le debo simplemente una amistad.

—¿Cómo era ese mundillo del porno en Hollywood cuando era joven?

—Ni siquiera había pisado Madrid y lo primero que vi allí fue Las Vegas, imagínate. Pensaba, «¿Qué hago aquí?». Empecé a hacer producciones muy grandes, como ´Penthouse´, en las que me tenía que parar para mirar a mi alrededor. Miraba a quien me estaba follando en aquel momento y pensaba, «¿esto está pasando de verdad?». De trabajar en España en películas como ´Mujer madura la busca dura´ a estar con la crème de la crème.

—¿Sigue colaborando con el Festival Erótico & Dance de España, en Barcelona?

—Sí, participaré en él la semana que viene.

—Le hemos visto mucho por la tele. ¿Le ha cogido el gustillo?

—Lo único que te puedo decir es que todo el mundo comete errores. Antes podía estar tranquilo y nadie me reconocía. En el momento en que escribes una biografía y te paseas por todos los platós de televisión entras en una dinámica que no me gustó. Fue un error. Pero doné los derechos a los enfermos de sida y quería que se vendiese, así que lo hice.

—¿Cómo se metió a llevar un bar en Formentera?

—Esto es un cuento que lleva ya cuatro años. El primero fue muy bien y el segundo todavía mejor, pero el tercero ya nos empezó a tocar un poco la crisis y la sentimos hasta tal punto que este año no hemos empezado en mayo, sino en junio, y cerraremos un mes antes también.

—Además se dedica a otros locales.

—Sí, tengo un estudio de fotografía en Madrid y ahora vivo en Bogotá, donde estoy abriendo un restaurante.

—¿Cómo se pasa del porno a la hostelería?

—Bueno, realmente no se pasa a nada, se hace de todo. Llega un momento en que te preguntan, «¿de qué trabajas?», y la respuesta nunca es actor porno. Soy productor porno, actor porno, restaurador, tengo un servicio de telefonía… hago muchísimas cosas. Intento hacer lo que me gusta.

—Creo que en el restaurante van a hacer un torneo de voleibol.

—Sí, hemos preparado lo del torneo más que nada para mover un poco la playa. Es una maravilla y hay que aprovecharla. El torneo será mañana [por hoy[ y vamos a intentar hacerlo cada año.

—Según tengo entendido el premio es algo curioso…

—Sí… [risas]. El premio es una réplica del pene de Nacho Vidal… Es así porque mi hermana Inma, que ha hecho este restaurante, me pidió una de mis réplicas y le he traído una. Ahora la está tuneando con purpurina, en color magenta y con un trozo de madera de sabina y una placa. Muy formenterés.

—¿Después de tanto sexo sigue mirando a otras mujeres?

—Claro, eso no cambia, es una enfermedad. Es una energía que llevas dentro.

—¿Podemos decir que en su caso el tamaño abre puertas?

—Sí, en mi caso hace que la gente hable más de mí, pero no es algo necesario, ni mucho menos, para ser una estrella del porno.

—¿Qué consejo le daría alguien que se ha acostado con 25 mujeres en un día al español medio?

—Que se preparen física y mentalmente, aunque 25 es un número muy alto [risas]. La última escena que recuerdo con 25 acabó en desmayo. Hay algunos trabajos que son muy duros, en el mundo del porno también. No lo recomiendo.