Manel Marí explicó ayer que ha situado el libro en las tabernas porque es un espacio que conoce muy bien. «Entre otras cosas, porque siempre escribo en los bares -dice-. La taberna me regalaba ese escenario donde se da el conflicto entre seny y rauxa, entre la cabeza, el juicio, y el arrebato, el ímpetu, el instinto».

‘Tavernàries’ consta de tres partes, una de poemas largos que vendrían a ser «letanías de embriaguez, digamos metafóricas, que no tienen por qué ser literales», afirma. Una segunda parte de ‘Sonets’ y ‘Sobruts’ -un juego de palabras son el soneto que en castellano vendría a ser ‘solimpios’ y ‘sosucios’-. «Los ‘sobruts’ son una invención sobre el soneto que tienen una rima en consonante interna, que hace que la rima quede como un eco y le da un sonido más líquido, menos rígido al soneto», explica.

A un camello de sa Penya

La tercera parte es la de las ‘canciones de taberna’, «esta es la parte más arriesgada -reconoce-, porque incluye desde las canciones típicas de bar a tangos o fados y un narcocorrido que habla sobre un camello de sa Penya». Este poema está dedicado al periodista ibicenco fallecido Xicu Lluy, que fue un gran amigo del poeta: «Está concebido como un homenaje a Xicu, que era un ‘mexicófilo’ irredento y que además podía ver sa Penya desde el balcón de su casa. Es mi recuerdo hacia él», termina Marí.