El otro día fui con un grupo de amigos de excursión por la zona de Sant Miquel. Mientras iba para allá contemplaba la nueva carretera, aún no acabada. Una carretera que cuenta con una acera, un carril bici separado por un quitamiedos de madera acorde con el entorno y que aumenta la seguridad de los ciclistas. Los muros de contención de la tierra no eran de hormigón, como nos tenía acostumbrados el PP, sino de piedra. Vi a un niño circulando en bici por el carril-bici y me dieron ganas de grabarlo en video y estampárselo en la cara a quienes dicen que esos carriles no los usa nadie.

Solo por ese niño, por la seguridad de ese niño, merece la pena la instalación de estos carriles. La nota negativa puede ser el poco arcén que ha quedado, pero comprendo que si quieres un carril-bici seguro y quieres evitar expropiaciones (las cuales salen caras y entras en conflicto con los propietarios) no hay más remedio. Después de observar todo esto, comprendí que estas son las carreteras que quiero para Eivissa. Carreteras seguras, de calidad, que cumplan con criterios medioambientales y visuales. Sí, la estética importa. Por ello, mi agradecimiento a la conselleria de Medio Ambiente que correspondió a Eivissa pel Canvi durante la legislatura de 2007-2011. Por tanto, también mi agradecimiento a Albert Prats por esto y por otras cosas (la mejora del transporte público, por ejemplo).

Desde aquí, y a mi manera, invitó al nuevo Consell y en especial al alcalde de Sant Joan a recapacitar sobre el proyecto de mejora de la carretera de Sant Joan, y si encuentran irregularidades o puntos mejorables, los modifiquen y mejoren. El alcalde afirma que le gustan los carriles-bici, pues le invitó a que lo demuestre, mejore el proyecto y no lo extermine. Otra Eivissa es posible.