La Guardia Civil pone en marcha a primera hora de hoy el dispositivo para rastrear el pozo de 60 metros de profundidad a la entrada de Senyera ante la posibilidad de que en su interior pudiesen encontrarse los restos de Marta Calvo, conclusión a la que se ha llegado a partir del análisis de los últimos datos reunidos por el grupo de Homicidios de la Comandancia de Valencia, que en estas gestiones está actuando sin la colaboración de la Unidad Central Operativa (UCO).

Según las fuentes consultadas por Levante-EMV, en la operación participarán agentes del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil y del Grupo de Rescate e Intervención en Montaña (GREIM), responsables de la estrategia de análisis y descenso del pozo.

De hecho, se va a poner en marcha la misma operación que sirvió para localizar y rescatar el cuerpo de Wafaa Sebbah, la joven de 19 años presuntamente asesinada por David S. O., El Tuvi, y arrojada a un pozo de una casa de campo familiar del acusado ubicada en Carcaixent.

En ese caso, se trataba de un agujero de entre 25 y 30 metros de profundidad. Pese a que en el caso del pozo de Senyera la caída es mayor, ese hecho no altera el modo de acometer el rastreo.

Así, está previsto que una vez que los agentes tengan acceso libre al interior de la caseta que alberga el pozo, lo primero que hagan es introducir la cámara subacuática para medir la profundidad, saber a partir de qué distancia hay agua y grabar el fondo, así como las paredes.

En caso de confirmarse la presencia de restos humanos, se tomarían imágenes en vídeo de su situación y se montaría el sistema de descenso para que un buzo entrase completamente vertical e iniciase la recuperación del cuerpo en condiciones óptimas para no alterar ninguna posible prueba que sirviese para incriminar al presunto asesino en serie en la acusación por el asesinato de Marta Calvo.

Tal como publicó ayer Levante-EMV en su edición digital, la búsqueda en el pozo parte del testimonio de una vecina de la Ribera que vio a Jorge Ignacio P. J. a los cuatro días del asesinato de la joven de Estivella parado en la carretera CV-562, junto al maletero abierto del Volkswagen Passat azul oscuro que llevaba en aquella época. Ese avistamiento se produjo entre las 13.30 y las 13.45 horas del 12 de noviembre, un día antes de que se deshiciera de ese vehículo.

El cotejo de su posicionamiento a partir de las conexiones de sus teléfonos móviles ha permitido a los agentes comprobar que sí era Jorge Ignacio P. J. el hombre al que vio esa testigo, de modo que han decidido inspeccionar de nuevo los alrededores de ese punto en el que estaba parado para tratar de averiguar si tiene relación con el lugar del que se deshizo del cuerpo.

Al borde de la carretera

Para ello, tres agentes del grupo de Homicidios y un guía canino con uno de los perros adiestrados en la detección de restos cadavéricos recorrieron ayer el tramo de carretera en donde fue visto el presunto asesino, para fijar puntos idóneos para ocultar un cadáver. El principal, por varias razones, es el pozo, ubicado dentro de una caseta, ya que está en desuso desde hace más de 7 años y no fue sellado a pesar de que los regantes dejaron de utilizarlo.

Aunque desde hace un año el Ayuntamiento tapió la caseta por seguridad, en noviembre de 2019 estaba totalmente abierta, por lo que arrojar un cuerpo al interior del hoyo era tan fácil como aparcar junto a la edificación, sita en el acceso a Senyera por la calle Maximiliano Millán desde la CV-562, entrar, abrir la malla que lo cubre y dejarlo caer.

En el caso de que la inspección del pozo no dé resultados, los agentes tienen previsto revisar el resto de los puntos fijados ayer en ese tramo de carretera, entre ellos una casa abandonada, cañares, acequias y parte de los arcenes, completamente comidos por zarzas y otros arbustos especialmente densos.

El pozo, abierto en la época del crimen, no fue revisado a fondo

El pozo es un agujero apenas tapado con una malla en el interior de una edificación abandonada. Actualmente, el interior es inaccesible, pero hasta hace un año, cuando el Ayuntamiento de Senyera ordenó tapiarlo con ladrillos y cemento, se podía entrar libremente. De hecho, el municipio decidió cerrarlo para evitar caídas al hoyo de los jóvenes y adolescentes que se colaban dentro constantemente. Pese a que en la época del crimen era perfectamente accesible, en aquellas semanas de búsqueda de Marta en las inmediaciones de Manuel no fue inspeccionado en profundidad.