Irina, enfermera ucraniana; Albina estudiante rusa. Según han relatado, sus ojos se llenaron de lágrimas al verse en el hospital en el que trabajan y así se forjó un fuerte vínculo que han trasladado a la décimo tercera estación del Vía Crucis. "Ante la muerte el silencio es la más elocuente de las palabras", ha dicho el orador y ese silencio sepulcral han guardado los 10.000 fieles que han rezado por la paz, mientras ambas mujeres se miraban emocionadas y el Papa oraba tapándose la cara.