El color negro y una profunda pena han llenado este majestuoso vestíbulo de piedra para decir adiós a la difunta monarca. Gente de todas las nacionalidades, niños, mascotas y hasta cuerpos completos de policía lo han dejado todo para presentar sus respetos a Isabel II. Fuera del palacio, se cuentan por miles quienes soportan el frío mientras aguardan su turno.La hilera ya supera los 5 kilómetros pero según las estimaciones podría llegar doblarse. Una infinita cola que podría cortarse mañana mismo para asegurar que los elegidos puedan pasar por este Westminster Hall antes de las 6 y media de la mañana del lunes. No le falta razón porque aquí dentro se controla que las dos colas fluyan con rapidez y que nadie se detenga más de un instante. El incesante hormigueo sólo se detiene cuando toca cambio de guardia. Son muchas horas velando a la reina, y de hecho uno de ellos se desploma a causa del agotamiento.La guardia real flanquea el féretro de su majestad y asegura que nadie se acerque a la plataforma. Prohibidos los teléfonos móviles y también sacar fotos, sólo respeto y este sepulcral silencio para rendir homenaje a la monarquía parlamentaria más antigua del planeta.