Estados Unidos y el Reino Unido han decidido aumentar la presión sobre Putin y no comprarán más petróleo a Rusia. Una decisión sin precedentes en coordinación con sus aliados de todo el mundo, especialmente de Europa, aunque Biden ha asegurado que entiende que “los países europeos no están en posición de seguirnos”. Otra decisión no menos sorprendente es que Washington negocia comprar el crudo a otro de sus enemigos declarados, la Venezuela de Nicolás Maduro.