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Medicamentos

Las "superbacterias" se crecen

El mal uso y abuso de los antibióticos crean cada vez más patógenos resistentes a la farmacología tradicional

Un microbiólogo, trabajando en un laboratorio. MARTA G. BREA

La rápida propagación mundial de bacterias multirresistentes y panresistentes, también denominadas “superbacterias”, que provocan infecciones que no pueden tratarse con los medicamentos antimicrobianos al uso, como los antibióticos, es especialmente preocupante. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera las resistencias antibacterianas como una de las diez mayores amenazas de salud pública a las que se enfrenta la humanidad. Ya causan cuatro veces más muertes que los accidentes de tráfico y los Centros para el Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) advierten de que la sobreutilización de antibióticos en los pacientes con COVID ha podido aumentar hasta en un 20% los patógenos farmacorresistentes, aunque en este punto no todos los expertos coinciden.

El microbiólogo del Complejo Hospitalario Universitario de Vigo (CHUVI) Maximiliano Álvarez, perteneciente al Instituto de Investigación Sanitaria Galicia Sur (IISGS), entiende que, aunque el uso de antibióticos haya aumentado durante la pandemia para tratar infecciones bacterianas asociadas al coronavirus, el número de pacientes a quienes se les han administrado es limitado y no cree que pueda repercutir en la proliferación de las “superbacterias”. “Yo puedo hablar de nuestro medio y puedo afirmar, categóricamente, que estamos como estábamos”, asegura el especialista, que asegura que esta resistencia lleva fraguándose durante décadas.

César de la Fuente, investigador gallego en la Universidad de Pensilvania, sí cree, sin embargo, que existe una relación causa-efecto. “Hay muchos estudios que demuestran un incremento en la resistencia de los antibióticos como consecuencia de su uso masivo en el contexto de la pandemia”, afirma este biotecnólogo, premio Princesa de Girona de Investigación.

Según la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), en los hospitales españoles se han pautado antibióticos hasta en un 75% de los pacientes con COVID-19, si bien muchos de estos enfermos no tenían una infección bacteriana asociada al coronarivus.

En lo que sí coinciden estos dos expertos gallegos es en señalar que el aumento y la propagación de “superbacterias” suponen una emergencia sanitaria. Un creciente número de infecciones, como la neumonía, la tuberculosis, la septicemia, la gonorrea y las enfermedades de transmisión alimentaria son cada vez más difíciles, si no imposibles, de tratar, a medida que los antibióticos van perdiendo eficacia. Las enfermedades farmacorresistentes ya causan cerca de 700.000 muertes cada año en todo el mundo, una cifra que podría alcanzar los 10 millones al año para 2050 si no se adoptan medidas. En Europa, que hoy precisamente celebra el Día Europeo para el Uso Prudente de los Antibióticos, las resistencias antibacterianas provocan cerca de 33.000 muertes anuales, unas 3.000 en España, según el Registro del Conjunto Mínimo Básico de Datos (CMBD). Para hacer frente a esta amenaza, el Gobierno español prepara un Plan de Vigilancia Nacional de la Resistencia a Antimicrobianos, en el que participan especialistas de todas las comunidades autonómicas.

“La resistencia antibacterianas es una pandemia silenciosa que urge soluciones”

César de la Fuente - Biotecnólogo

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“La resistencia a los antibióticos es una pandemia silenciosa porque sabemos que está aquí, pero no estamos haciendo lo suficiente. Tenemos que buscar soluciones ya ante este problema de salud global”, explica De la Fuente.

Según este investigador, el desafío que suponen las resistencias antibacterianas requieren de métodos poco convencionales, como el empleo de la inteligencia artificial para el descubrimiento de antibióticos en lugares desconocidos para encontrar nuevos fármacos. En este sentido, el biotecnólogo acaba de publicar el descubrimiento de miles de antibióticos codificados en el genoma humano, lo que abre la puerta para nuevos fármacos para combatir unos patógenos que mutan con una enorme facilidad.

“Las bacterias pueden cambiar en una generación hasta el 40% de su ADN”

Maximiliano Álvarez - Microbiólogo

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Las bacterias pueden cambiar en una generación hasta el 40% de su ADN, y esta es la potencia que tienen a la hora de hacerse resistentes a los antibióticos”, explica el microbiólogo del CHUVI Maximiliano Álvarez.

El doctor Álvarez califica de “peliagudo” el problema de las resistencias antibacterianas, ya que los antibióticos no solo se emplean en el ámbito sanitario, sino también en veterinaria e incluso en agricultura. Este uso generalizado compromete seriamente la actividad médica y pone en riesgo la vida de los enfermos. En este sentido, advierte del especial interés del grupo de microorganismos denominado ESKAPE, acrónimo para las bacterias 'Enterococcus faecium, Staphylococcus aureus, Klebsiella pneumoniae, Acinetobacter baumannii, Pseudomonas aeruginosa y Enterobacter'. “Todos los actos médicos sofisticados, sobre todo si son invasivos, requieren en algún momento profilaxis antibiótica. Las bacterias resistentes pueden comprometer e incluso hacer fracasar estos actos al no poder hacer una profilaxis adecuada”, explica el microbiólogo, codescubridor de una nueva bacteria, el 'estreptococo downii'.

Sepa que...

Superbacterias

Son cepas de bacterias, virus, parásitos y hongos resistentes a la mayoría de los antibióticos y otros medicamentos de uso común. Esta resistencia lleva décadas fraguándose.

La lista de la OMS

La OMS publicó en 2017 una lista con las doce familias de bacterias más peligrosas y para las que urge hallar nuevos antibióticos.

¿Cuál es la solución ante el incremento de las resistencias antibacterianas? El doctor Álvarez apunta al desarrollo de nuevos antibióticos, algo que reconoce que es “lento, muy costoso y poco atractivo para la industria farmacéutica” al tratarse de un fármaco de uso muy restringido. Aboga, además, por la creación de la especialidad de enfermedades infecciosas. “Somos el único país de Europa que no tiene esta especialidad, aunque sí existen unidades que funcionan de forma personalista y voluntarista como tal”, explica.

Estos especialistas, añade, “tienen un trabajo fundamental”: tutorizar los tratamientos antibióticos. “Estos fármacos han sido poco tóxicos, con lo cual cualquier médico los utiliza, pero hay que emplearlos en la dosis y tiempo adecuados porque lo contrario selecciona de nuevo bacterias resistentes. Esto es lo más importante que podemos hacer de forma inmediata porque en un futuro podrá haber nuevos antibióticos, incluso vacunas, aunque estas son algo más complejo, pero esto lleva un tiempo”, explica el microbiólogo.

Aportación gallega a esta situación de emergencia

En Galicia se desarrollan varias líneas de investigación para combatir las “superbacterias”. El estudio que lidera el profesor del Centro Singular de Investigación en Química Biológica y Materiales Moleculares (CiQUS) de la Universidad de Santiago de Compostela (USC) Juan Granja propone una nueva estrategia sintética, de laboratorio, que confiere a los péptidos antimicrobianos la estabilidad, perdurabilidad y reducida toxicidad necesarias para actuar contra las bacterias de alta agresividad y resistencia como el estafilococo, responsable de infecciones cutáneas, óseas e incluso de neumonía. Se trata de un avance de gran relevancia en la investigación de los fármacos supramoleculares, que confirma la efectividad de estas terapias para combatir microorganismos resistentes a los tradicionales antibióticos.

Los péptidos naturales antimicrobianos constituyen un referente, ya que son la primera barrera defensiva de muchos seres vivos. Sin embargo, su utilidad terapéutica es baja porque son rápidamente degradados en el sistema circulatorio (proteasas), resultan poco selectivos y, además, tóxicos. El estudio gallego, publicado en “Chemistry-A European Journal”, se basa en péptidos clínicos resistentes a las proteasas.

Por su parte, otro grupo de investigadores de la USC han desentrañado el mecanismo de supervivencia de las bacterias. Hasta ahora, los investigadores creían que las bacterias utilizaban para resistir el ataque de los bacteriófagos, también llamados “fagos” (virus que infectan exclusivamente a las bacterias) una estrategia de defensa extracelular lenta e individual. Sin embargo, los resultados del estudio publicado en “Science” revelan que el mecanismo de defensa es intracelular.

De hecho, se basa en la presencia de unos elementos genéticos móviles llamanos “elementos de defensa frente a fagos” que se integran en el genoma bacteriano y se activan cuando el bacteriófago entra en la bacteria, eliminando el patógeno de manera muy eficaz. 

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