La pandemia de COVID-19 podría causar una disminución, a corto plazo, de la esperanza de vida en zonas fuertemente afectadas del mundo, que podría ser de un año si la enfermedad afectara al diez por ciento de una población, según un estudio que publica Plos One.

El estudio indica, sin embargo, que incluso en las regiones más afectadas "es probable que la esperanza de vida se recupere una vez que la pandemia".

La investigación proporciona "la primera evaluación del impacto potencial de la COVID-19 siguiendo una serie de escenarios de tasas de prevalencia en un período de un año", explicó el investigador principal, Guillaume Marois, del Instituto Internacional de Análisis de Sistemas Aplicados (IIASA).

Tasas de prevalencia (cantidad de infectados en relación con la población total) muy bajas no afectarían a la esperanza de vida, pero si fueran del 2% "podrían causar una disminución de la esperanza de vida" en los países donde esta es alta, aproximadamente de unos 80 años, especialmente en Europa y América del Norte, señala el IIASA, en un comunicado.

En esas mismas zonas y con una prevalencia del 10%, "es probable que la pérdida de la esperanza de vida sea superior a un año" y si llegara al 50%, la disminución sería de entre tres y nueve años.

En las regiones menos desarrolladas, el impacto sería menor dado que ya hay una menor supervivencia en las edades más avanzadas, explicó Marois.

Los investigadores construyeron un modelo de microsimulación sobre la probabilidad de contraer la enfermedad, de morir por ella o por otra causa durante un período de un año, teniendo en cuenta las diferentes tasas de mortalidad de la enfermedad para diferentes grupos de edad.

A continuación, calcularon el impacto de la COVID-19 en la esperanza de vida reconstruyendo las tablas de vida y las expectativas de vida a partir de la simulación y comparándolas con las utilizadas para las entradas.

Otro de los firmantes del estudio, Sergei Scherbov, del IIASA destacó que a Europa le llevó casi 20 años que la esperanza media de vida al nacer aumentara en seis años, de 72,8 años en 1990 a 78,6 años en 2019, pero la COVID-19 podría hacer retroceder ese indicador.

Sin embargo, admitió, "no sabemos qué va a suceder más adelante" pues en muchos países la mortalidad por esta enfermedad "está disminuyendo fuertemente, probablemente porque se ha definido mejor el protocolo de tratamiento".

El investigador consideró que este tipo de análisis es útil para los responsables de la toma de decisiones, ya que muestra a grandes rasgos el costo potencial de las vidas humanas perdidas debido a la enfermedad.