El consumo de productos enlatados está muy extendido en España. Una de las prácticas más habituales es tomarse un refresco y beber directamente de la lata. Pues bien, este acto puede conllevar una serie de riesgos para tu salud. Si los desconoces, no dejes de leer las siguientes líneas.

Las latas de bebida destinadas al consumo de refrescos o conservas son, principalmente, de aluminio. Este material es sometido a un tratamiento por el que se reduce su peso hasta los 9 gramos. Tras el mismo, el aluminio se somete a un lavado y es barnizado. De esta manera, se evita que el aluminio pueda arrojar algunos de sus componentes al contenido posterior del recipiente.

Peligros para la salud

A pesar de los procesos citados anteriormente las latas pueden convertirse en un foco de bacterias. Aunque se recomienda que se limpien siempre antes de beber de las mismas, la realidad es que muy pocos consumidores lo hacen.

Más allá de estas recomendaciones, hay que tener en cuenta que las latas provienen de almacenes, han sido transportadas en grandes contenedores y han experimentado largos procesos de manipulación. Antes de llegar a nuestros labios, las latas han estado expuestas en un supermercado, guardadas en un armario o almacenadas en una máquina de vending, por ejemplo.

Por todas estas razones, es muy habitual que la lata entre en contacto en bacterias como el e.coli. Este organismo es el causante de procesos como la diarrea o la neumonía, entre otros.

Otra sustancia muy peligrosa, presente en las latas, es el bisfenol tipo A. Las resinas que desprende la misma puede acarrear problemas endocrinológicos, diabetes o enfermedades cardiovasculares.

Por último, hay que tener especial cuidado cuando la lata que tenemos en nuestras manos está abollada o rallada. Estas agresiones pueden provocar que las partículas del aluminio se desprenden y pasan al contenido de las latas.