Cuando se acaban de cumplir dos años del infarto de miocardio que acabó, precipitadamente, con su carrera deportiva, Iker Casillas acaba de 'revivir' su peor miedo y pesadilla. Y es que, mientras jugaba al pádel con unos amigos el pasado miércoles 28 de abril, el exmarido de Sara Carbonero sintió un fuerte dolor en el pecho, por lo que acudió inmediatamente a un hospital cercano a su domicilio, temiendo que se tratase de un nuevo problema en su corazón.

Así lo desvela en exclusiva la revista 'Hola', que narra cómo el exportero llegó a urgencias del Hospital Universitario Quirónsalud de Pozuelo de Alarcón todavía con ropa deportiva, acompañado por un amigo y por su propio pie, sin poder ocutar la preocupación que sentía por el miedo a estar sufriendo un nuevo infarto. Después de horas en el centro y de someterse a numerosas pruebas, Iker respiraba por fin tranquilo, puesto que los médicos descartaban ningún tipo de dolencia importante.

Un susto del que nada se ha sabido hasta ahora, ya que a pesar de que tan sólo tres días después - el 1 de mayo - el exfutbolista celebraba esa importante fecha para él - puesto que fue ese día, en 2019, cuando sufrió el infarto de miocardio en Oporto - con un significativo mensaje de "vive hoy, mañana ya veremos", nada revelaba de su reciente visita al hospital.

Intentando continuar con su día a día al margen de la expectación que rodea cada uno de sus pasos, Iker ha llevado este miércoles a sus hijos Martín y Lucas al colegio y, muy serio aunque en plena forma, ha evitado contarnos cómo está tras el susto que le llevó de nuevo a urgencias.

Usando de nuevo la técnica de distracción del móvil - en la que ya es un auténtico experto - y demostrando así el fastidio que le causa estar en el ojo del huracán mediático, el exportero cogía su teléfono para preguntar, presuntamente, a su abogado, lo siguiente: "Oye José, tú como abogado, si estás hablando por teléfono y resulta que alguien te está haciendo preguntas y luego te lo saca en directo ¿eso qué significa? ¿eso es algo que se puede denunciar".

De su susto de salud, ni palabra. Pero, no cabe duda, el sentido del humor de Iker permanece intacto, puesto que según se ha metido en su coche, y sin despedirse de su interlocutor, ha dejado el teléfono, por lo que imaginamos que, una vez más, haciendo gala de su discreción y para escapar de las preguntas sobre su vida, ha puesto como excusa que estaba hablando por su móvil.