La vida de la marquesa de Griñón está siendo una cosa de locos. La reciente separación de su pareja, Íñigo Onieva, apenas unas horas después de prometerse, está copando todos los espacios televisivos de los últimos días. Y no es para menos, debido al cariño que le han cogido a la hija de Isabel Preysler tras el estreno de su documental, "La Marquesa", y de su victoria en el famoso concurso de cocina, MasterChef.

En los últimos días, y a medida que hemos ido conociendo más detalles de la ruptura del momento, Tamara no ha dejado de recibir visitas de sus seres queridos, que no han dudado en desplazarse hasta la residencia de Isabel Preysler para arroparla en estos durísimos momentos.

Además de Ana Boyer, que regresó de urgencia a Madrid con sus hijos cuando su hermana rompió su compromiso, de su monitor de yoga - ya que el deporte la está ayudando a sobrellevar esta situación - y de su estilista, que supervisó personalmente el look elegido por la socalité en su reaparición ante la prensa el pasado martes, Tamara ha recibido estos días una visita muy especial.

Y es que un sacerdote de confianza ha acudido diariamente a la casa de Isabel Preysler para dar consuelo a la marquesa de Griñón, ejerciendo de su guía espiritual y consiguiendo que Tamara afronte este delicado trance refugiándose en su fé, una gran ayuda para sobrellevar su ruptura con Íñigo.

Leticia Requejo, reportera de 'El Programa de Ana Rosa', ha entrado en directo desde las inmediaciones de la casa en la que se encuentra Tamara Falcó para contarnos que la marquesa de Griñón habría decidido alargar su viaje a México para "olvidarse de tanta polémica y poner tierra de por medio".

Y es precisamente allí donde Tamara ha participado en una charla con el grupo ultracatólico "Hazte oír", una organización en contra del matrimonio igualitario y del aborto. Desde allí inició un discurso un tanto polémico: "Estamos viviendo un momento muy complicado para la humanidad, hay tantos tipos distintos de sexualidades, hay tantos sitios distintos donde puedes ejercer el mal. Creo que en otras generaciones no era tan evidente", indicó. Las redes no se lo han pensado dos veces en criticarla: "No tengo palabras porque me quitarían Twitter e iría a la cárcel, así que me quedo quieto", comenta un usuario.