Así fue la cita más caliente de First Dates que escandalizó al público

La cena fue subiendo de temperatura con el paso de los minutos

Manuel Riu

En "First Dates" hay citas para todos los gustos. Y unas con más química que otra. Esta en cuestión más que química tuvo fuego. Y es que los comensales parecían hechos el uno para el otro. Así fue la cita más caliente del programa.

La protagonizaron un chico y una chica. La primera en llegar al restaurante fue ella. Afirmó que llevaba tres años soltera y que quizás ya se había hecho a vivir sola y le costaba amoldarse a otra persona. De todos modos, tenía muy claro el perfil de hombre que buscaba: con tatuajes, piercings, que le gustasen las motos y, a ser posible, italiano. "A mí eso me pone, me da morbo", afirmó sobre la carta de características de su hombre ideal, a la que todavía sumó alguna más: "Una bonita sonrisa y los ojos claros".

Más que una lista de preferencias, parece que lo que hizo fue la carta a los Reyes Magos, porque dicho y hecho. El programa le presentó a un peluquero italiano afincado en Madrid al que le gustan los tatuajes y las motos.

Como ella, él también era un soltero "de larga duración". "Llevo cuatro años sin pareja", afirmó el joven, que por otra parte reconoció que durante todo ese tiempo no se había estado quieto. "Si estás soltero, puedes hacer lo que te dé la gana", afirmó el pretendiente, que reconoció necesitar fuego "para vivir".

La química era más que evidente, y el programa decidió trasladarlos a una sala privada para someterles a pruebas "más íntimas". Jugaron a la nota misteriosa, en la que uno de ello sacó un papel y le tocó cumplir lo que le pedían. "Muerde suavemente el labio de tu pareja", ordenaba el papelito. Ni se lo pensaron. No habían pasado ni cinco segundos y los jóvenes ya estaban morreando.

Tras un largo y caluroso beso, le tocó sacar papel a él y le tocó hacerle un masaje a ella, que se tumbó boca abajo. La cosa subía de temperatura como un horno crematorio. Y en un alarde de sangre fría, ella frenó en seco para marcar ciertos límites. "La te voy a besar la pich* aquí", advirtió.

La cosa siguió más bien tórrido, con muchos besos y roces, hasta que llegó el momento de decidir si querían una segunda cita. Ahí no hubo dudas, y tanto el uno como la otra dijeron que sí, que querían seguir conociéndose.