La cocina de Formentera está ligada al modo de vida tradicional, marcado por el vínculo con el mar y la agricultura de secano. Se caracteriza por una dependencia casi absoluta de los productos autóctonos, condicionada por el aislamiento de las islas Pitiusas.

El ‘peix sec’ es un atractivo gastronómico de la isla. | CRISTINA MARTÍN

La limitación de productos hizo que los habitantes de la isla aguzaran el ingenio y aprovecharan los alimentos que tenían a mano.

Entre los manjares destaca el peix sec o pescado seco. En esta isla, antiguamente los pescadores secaban el pescado para aprovecharlo y consumirlo durante todo el año. Hoy es un atractivo gastronómico de la isla y es el ingrediente estrella de la ensalada payesa.

Otro producto único es la sal líquida de Formentera, un condimento natural proveniente del mar, sin ningún aditivo de color o sabor. Su alta calidad se debe a la potente filtración, oxigenación y mineralización que ofrece el agua de mar plagada de praderas de posidonia oceánica.

La miel es otro producto autóctono de excelente calidad gracias a la flora de secano y a la ausencia de productos químicos. También los higos secos son muy apreciados por su intenso sabor.

Entre los platos más típicos, además de la ensalada payesa, sobresalen, el frito de pulpo, el sofrit pagès (con carne y patatas), el frito de calamares en su tinta o el bullit de peix, un guiso de pescado con patatas. Los postres más característicos son el flaó (un pastel de queso fresco con hierbabuena), las orelletes y la greixonera, (un pudin de ensaimada).